| Nadie me dijo que para amar
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| haya que hacer un sacrificio.
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| Lo nuestro ha sido una batalla
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| que perdí desde el inicio.
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| Qué desengaño, qué triste historia,
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| otro fracaso en mi memoria;
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| qué desengaño, qué triste historia
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| en mi memoria.
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| Nadie me dijo que en este juego
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| del amor siempre hay quien pierde.
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| Fue tu palabra, fueron los gestos,
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| también tus hechos los que mintieron;
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| fue tu palabra, fueron tus gestos
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| los que mintieron.
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| Cómo imaginarme como arrepentirme
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| de la noche de los cuentos,
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| de los besos, de los sueños.
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| Nunca nadie fue tan dulce,
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| nunca nadie fue tan tierna,
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| ni tampoco al mismo tiempo
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| hechicera de palabra no sincera.
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| Nadie me dijo, que los comienzos
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| son engaños verdaderos;
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| que las promesas siempre son
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| las prisioneras del tintero.
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| Todo es precioso, un bello idilio:
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| primero flores, luego el martirio,
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| todo es precioso: un bello idilio,
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| luego el martirio.
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| Como imaginarme, como arrepentirme
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| de la noche de los cuentos,
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| de los besos de los sueños.
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| Nunca nadie fue tan dulce,
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| nunca nadie fue tan tierna,
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| ni tampoco al mismo tiempo,
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| hechicera de palabra no sincera.
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| Como imaginarme, como arrepentirme
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| de la noche de los cuentos,
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| de los besos de los sueños.
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| Nunca nadie fue tan dulce,
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| nunca nadie fue tan tierna,
|
| ni tampoco, al mismo tiempo,
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| hechicera de la palabra no sincera. |