| Ketchup de color de sangre
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| Carne picada devorada por el hambre
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| Rodajas de pepino, aros de cebolla
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| Carne de cañón que mastican las señoras
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| Los viejos, los niños, los mozos y las novias
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| Muy entretenidos moviendo el bigote
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| Comiendo hamburguesas y helados de colores
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| Hablan, mascan, se lanzan perdigones
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| Y rascan el cartón para ver si ha habido suerte
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| Y sale la cara del payaso sonriente
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| Y toca menú con batido de regalo
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| Gorra de visera con su nombre bordado
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| Ronald aplaude, también los camareros
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| Todo es estupendo hasta que YO llego
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| Porque hoy su destino tiene otro color:
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| El negro del acero de mi Kalashnikov
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| AK-47: Odio y venganza de excombatiente
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| Un arma en cada mano, granadas en el pecho
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| Y en la cara pintados los colores del infierno
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| No puedo ver a «Charlie» pero sé que me vigila
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| Y también sé que esta gente es la culpable de mi ruina
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| Con 30 balas por cargador hoy no seré yo el perdedor
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| Y ya estoy de nuevo en el campo de batalla
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| Pero aquí es mucho mejor, porque nadie me dispara
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| Apunto al montón, aprieto el gatillo
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| Y escucho ráfagas mezcladas con gritos
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| Lamentos, lloros, alaridos
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| Veo en el aire la estela del casquillo
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| Los chorros de sangre, los cráneos abiertos
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| Y las listas de precios salpicadas por sesos
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| Unos se esconden, otros se escapan
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| Y al final se resignan menos uno que me ataca
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| Duran muy poco los héroes caseros
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| ¡Cuanto más se resisten más me divierto!
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| Mañana habrá luto en la oficina de correos
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| Visto y no visto: cargadores vacíos
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| Y cartas de póker para los caídos
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| YA HA EMPEZADO LA CACERIA
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| Resuenan sirenas en el fondo de la calle
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| Y me acerco a una ventana pisando cadáveres
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| Un megáfono me dice que me rinda
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| Tendré que empezar a matar policías
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| Y más munición, encenderme otro puro
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| Y buscar un rehén que me sirva de escudo
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| Ha habido suerte, debajo de esa mesa
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| Hay una embarazada haciéndose la sueca
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| Y con ella delante nadie me dispara
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| Así que soy yo quien empieza a dispararles
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| Caen fiambres sobre el asfalto
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| Así ganan medallas los funcionarios
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| ¡ALTO! |
| Que sin querer
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| He estrangulado a mi única rehén
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| ¡MALDICION! |
| ¡Menudo fallo!
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| Que ahora vienen a por mí los que visten como Rambo
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| Un arma encasquillada y en la otra ni una bala
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| Y gas lacrimógeno que cae por la ventana
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| Les lanzo hamburguesas y pepinillos
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| Y me arrastro a la barra sorteando los tiros
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| Pero se acabó, ha cambiado mi suerte
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| Descubro un rayo láser posado en mi frente
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| Apuro en el habano una última calada
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| Y un 'Viet-Cong' me dice «Sayonara»
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| SE ACABÓ LA CACERIA |