| Buscando curro debajo de las piedras
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| Cansado de llamar a todas las puertas
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| Harto de citas con tipos casposos
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| Que pasan de ti como de un leproso
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| Y acudes a todos los anuncios
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| Rellenas formularios absurdos
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| Dejas tus datos, nadie te llama
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| Y acumulas palmadas en la espalda
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| Y en casa la misma charla:
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| «Vago, haragán», grita la vieja
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| «Ésto no es ningún balneario
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| A ver si te ganas ya los garbanzos»
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| Hasta que un día que estás en casa
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| Mirando en la ventana a la gente que pasa
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| Te fijas, atentamente
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| En las monjas guarras del convento de enfrente
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| Lo bien que viven, lo bien que se lo pasan
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| Haciendo que hacen sin dar un palo al agua
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| Y, ¡albricias!, se enciende la bombilla:
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| Esta empresa no estaba en mi lista
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| Qué torpe he sido, ahora caigo
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| En la Iglesia nunca hay paro
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| He visto la luz, ¡hip, hip, hurra!
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| Mi futuro está en ser un cura
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| Ora pro nobis, ¡yeah!
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| Ora pro nobis, ¡yeah, yeah!
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| Y me chupo muchos años de seminario
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| Comiendo, durmiendo y rezando
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| Me aprendo al dedillo los Santos Evangelios
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| Canto, medito y a veces me la pelo
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| Hasta que me examinan y apruebo sacerdote
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| Me dan un alzacuello, un uniforme
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| Paga extra, un mes de vacaciones
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| Mi parroquia, mi cáliz y mis cuatro pobres
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| Trabajando, trabajando para Dios
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| Ahora las hostias las doy yo
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| Y a currar como un loco para una gran empresa
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| Multinacional que nunca quiebra
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| Reparto bendiciones, desvirgo monaguillos
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| Sobo ancianas y me guardo los cepillos
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| Un solo patrón, un solo sindicato
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| Director general: el Espíritu Santo
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| Así que si no quieres seguir parado
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| Aprende a ganarte la vida rezando
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| Ora pro nobis, ¡yeah!
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| Ora pro nobis, ¡yeah, yeah!
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| Trabajando, trabajando para Dios
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| Ahora las hostias las doy yo |