| La madrugada sin contestador
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| La risa de la gente
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| La lluvia, los amigos de ocasión
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| Que no estarán mañana
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| Tu nombre que aparece en otra voz
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| La llamada pendiente
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| Caballo desbocado que sólo quiere escapar
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| Las pupilas temblando disfrazando la verdad
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| Tú amenaza en mi mente
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| Una más y lo dejo contigo
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| Y tú que tienes la llama prendida en mi pecho
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| Cuántas veces me dije por dentro:
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| «Somos una batalla perdida»
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| Y yo que soy el culpable de todos tus miedos
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| Ya la ves quién te llena de sueños
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| No consigo que cure la herida
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| Tú y yo
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| Y tú
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| Dispara lentamente, corazón
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| No es que tengo miedo
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| Dispara pero acierta, por favor
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| Si ya no queda nada
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| Dispara cuando quieras, corazón
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| Tus palabras de siempre
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| No queda nada oculto que no conozcas de mí
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| Sabes perfectamente dónde me puedes herir
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| Me amenaza en tu mente
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| Si me quieres no vuelvas conmigo
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| Y tú que tienes la llama prendida en mi pecho
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| Cuántas veces me dije por dentro:
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| «Somos una batalla perdida»
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| Y yo que soy el culpable de todos tus miedos
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| Ya la ves quién te llena de sueños
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| No consigo que cure la herida
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| Tú y yo
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| Y tú
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| Qué triste que nos queramos
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| Y no tengamos remedio
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| Se consumen los intentos y la vida
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| Sólo sé que hay un momento
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| Donde la noche y el día
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| Se funden, se sienten y son poesía
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| Y tú volviéndote loca buscando tu sitio
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| Mírame, yo no soy tu enemigo
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| Mátame como sabes hacerlo
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| Y yo que intento ser libre y no lo consigo
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| Si me atacas no sé lo que digo
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| Si me quieres no vuelvas a hacerlo
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| Y tú y yo
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| Y tú
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| Con la vista clavada en el suelo
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| Entenderte quizás nunca supe
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| El dolor dibujado en las nubes
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| Y ahora que estamos tocando fondo
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| El teléfono enmudece en llamas
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| Tu recuerdo se mete en mi cama |