| Le puse un poco de imaginación
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| No fue un milagro con perdón de Dios
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| Jamás sentí esa fuerza en mí
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| Sin vanidad sin ego ni ambición
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| Te digo mas no sé si con valor
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| Pero coraje y esperanza sí
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| En tu mirar curé mi fiebre
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| Y fue de repente
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| Los naufragios me he tragado
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| Y las heridas ya no duelen
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| Sin que se note
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| Te miro y es sin que se note
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| Y la verdad que había en mí
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| Y que era inmensa
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| De la rutina estaba presa
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| Sin que se note
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| Te miro y es sin que se note
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| Y la mentira que hubo en mí que era intensa
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| Desaparece, sólo muere
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| Y los miedos se disfrazan y se esconden para no ver el sol
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| Y se asustan oh uh…
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| No fue la suerte quien me lo enseñó
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| Me até a la fuerza que vivía en mí
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| Con siete llaves de imaginación
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| Ganó mi ansia y mi esperanza
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| Venció a mi mente desatada
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| Y así escapé de aquellas garras
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| Y al fuego eché miles de cartas y de palabras
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| Tesoros que no valen comparados con tu alma
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| Sin que se note
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| Te miro y es sin que se note
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| Y la verdad que había en mí es tan inmensa
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| De las promesas queda presa
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| Sin que se note
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| Te miro y es sin que se note
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| Y la verdad que había en mí es tan intensa
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| Ya no le teme a lo que quiere
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| Se ha deshecho del disfraz con el que oculta su mirada
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| Se ha entregado a la ilusión de pelear por lo que ama
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| Corazones que se buscan en aquellas madrugadas
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| Son corazones, son montañas
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| Que no se esconden, que se hablan
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| Sin que se note
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| Te miro y es sin que se note
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| Y la verdad que había en mí es tan intensa
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| De las promesas queda presa
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| Sin que se note
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| Te miro y es sin que se note
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| Y la verdad que había en mí y que era inmensa
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| Ya no le teme a lo que quiere
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| Se ha deshecho del disfraz con el que se ocultó
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| No se asusta, no
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| No se asusta, no |