| Miras la imagen con un ojo asombrado
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| Y luego en la flecha que cuelga cerca
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| Di cuenta una historia ya que hay una que conozco
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| De un caballo que una vez tuve en Nuevo México
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| Era rápido como un antílope y negro como un cuervo
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| con una estrella en la frente tan blanca como la nieve
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| Su cuello arqueado estaba oculto por una melena larga y suelta.
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| Y lo llamaron Patanio el orgullo de los llanos
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| El país era nuevo entonces los colonos eran escasos
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| Los indios en pie de guerra eran salvajes y feroces
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| Los exploradores fueron enviados todos los días desde el puesto.
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| Pero nunca regresaron, así que sabíamos que estaban perdidos.
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| Un día el Capitán dijo que alguien debía irse
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| Por ayuda a la frontera de Nuevo México
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| Una docena de valientes respondieron directamente aquí
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| Pero el Capitán me espió y dijo hijo ven aquí
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| Patanio a mi lado su nariz en mi mano
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| Dijo el capitán que tu caballo es el mejor de la tierra
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| Eres bueno para este viaje, eres el hombre más ligero aquí
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| En la parte trasera de ese mustang no tienes nada que temer
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| Estoy orgulloso de mi caballo, señor, le respondí que sabe
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| Patanio y yo estamos dispuestos a ir
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| Todos me estrecharon la mano mientras subía al negro
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| Patanio aceleró y le di su holgura
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| Por ochenta largas millas sobre las llanuras debemos ir
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| Por ayuda a la frontera de Nuevo México
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| El negro dio un trote y lo mantuvo toda la noche
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| Hasta que justo cuando el este comenzaba a iluminarse
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| Cuando detrás de mí se oyó un grito feroz
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| Sabíamos que los pieles rojas estaban tras nuestro rastro
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| Me levanté y tintineé las campanas en su rienda
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| Y le acaricié el cuello suavemente y lo llamé por su nombre
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| Él respondió a mi toque con un movimiento de cabeza.
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| Y su cuerpo negro se alargó a medida que avanzaba
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| Las flechas cayeron a mi alrededor como lluvias
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| Cuando en mi pierna izquierda oh sentí un dolor agudo
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| La sangre roja fluía del costado de Patanio.
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| Pero nunca acortó su poderoso paso
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| Patanio pobrecito yo sabia que estaba herido
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| Pero aún así se lanzó hacia adelante y hacia el fuerte.
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| Por buenos cuidados Patanio y yo pronto estuvimos bien
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| De su muerte muchos años después me duele contar
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| Escriben canciones sobre él que los vaqueros aún cantan
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| La leyenda sigue viva en su larga melena ondulante
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| Así que mira la flecha que cuelga en la pared
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| Fue disparado a través del estribo de la bota de mi pierna y todo
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| En muchos buenos caballos he tirado de las riendas desde entonces
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| Pero ninguno como Patanio el orgullo de los llanos |