| Lo malo que tiene el pasado
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| Es que nunca lo puedes negar…
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| Tranquilo entre rastafaris
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| Y hablando suajili muy raro
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| Con mi amigo el americano, abogado recién graduado
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| Su madre le tiene prohibido viajar a cierto lugares
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| ¡no te montes en los autocares de negril hasta montego!
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| En el taxi de un jamaicano con mucho miedo nos montamos
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| Se fumaba un cigarro muy largo
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| Los ojos rojos
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| Y casi cerrados
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| Por la izquierda de la carretera
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| Por llamarla de alguna manera
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| Las cabras, palmeras y perros se ríen de los extranjeros
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| Y en aquel hotel jamaicano
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| Las mujeres van con marido
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| Los maridos se quedan mirando
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| Como juegan a lo prohibido;
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| Y en aquel hotel jamaicano
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| Hay desfile de togas y ramos
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| Hay detalles de lujo romano
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| Hay señoras, señores
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| Que visten disfraces
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| Que sufren deslices que no dejan cicatrices
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| Al mítico hotel hedonismo
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| Con trajes de gala llegamos
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| Las señoras no tienen vestido
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| Tienen toga y laureles en ramo;
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| Ciertas cosas no están en los libros.
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| Ni en folletos que venden pasión
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| Hay sujetos que no se han descrito
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| Ni siquiera en la imaginación
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| Las mujeres van con marido
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| Los maridos se quedan mirando
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| Como juegan a lo prohibido;
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| Y en aquel hotel jamaicano
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| Hay desfile de togas y ramos
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| Hay detalles de lujo romano
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| Hay señoras, señores
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| Que visten disfraces
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| Que sufren deslices
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| Que no dejan cicatrices//
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| Los labios, las mentes piensan igual…
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| Se mezclan los placeres
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| De hombres y de mujeres;
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| Las pieles, las manos de dejan llevar
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| Las mujeres van con marido
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| Los maridos se quedan mirando
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| Como juegan a lo prohibido;
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| Y en aquel hotel jamaicano
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| Hay desfile de togas y ramos
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| Hay detalles de lujo romano
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| Hay señoras, señores
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| Que visten disfraces
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| Que sufren deslices que no dejan cicatrices.// |