| De pie sobre los años torcidos como un loco
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| Justo más allá de las puertas de metal oxidado
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| Siento que la cayo como una piedra
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| De la buena gracia del Sol
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| creo haber visto dos ojos
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| colgando en el anochecer eviscerado durante mil millas
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| Sobre un camino de ruina que suspira y llama
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| por el chasquido de los cascos del alba
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| Entonces, ¿si no es extraña la forma en que nos desvanecemos?
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| De los pensamientos de los demás
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| Reducido a recuerdos huérfanos
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| que dejé desviarme demasiado lejos...
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| ¿No es extraño que alguna vez nos amamos?
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| pero deja escapar
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| Como el sol que cae en el mar
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| Sisea hacia abajo y se ha ido el día
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| mientras los pájaros azules cantan
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| y las hojas de Dogwood llaman a la lluvia
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| no tienes que huir del frío
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| pero nunca puedes ir a casa...
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| ¿Caíste del cielo de sol ardiente?
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| Tus músculos desgarrados y gastados como gelatina
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| mientras arañabas salvajemente al viento
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| Sostuve las alas de un sonido tan claro
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| de un sueño que apenas puedo recordar
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| Luego sumergió el ala y silenció las cuerdas.
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| que sonaban de la mejor canción
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| ¿No es extraño que fuéramos uno
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| Pero deja caer una montaña
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| Sobre el frío y las olas implacables
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| en lo profundo se sumergen los pedazos
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| ¿No es extraño cómo nos desvanecemos?
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| como piedras que saltan y se hunden
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| Como la juventud que se arrastra en el gris
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| el silencio del polvo y se ha ido la era
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| mientras los pájaros azules cantan
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| y las hojas de Dogwood llaman a la lluvia
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| no tienes que huir del frío
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| Pero nunca puedes ir a casa. |