| Letra de Un Poco de Humo Nomás
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| Tengo que dejarte amigo
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| Después de tantas distancias que hemos recorrido
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| Yo con mi alma y vos con tu alma
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| No puedo creer que este asunto un día nos llegara
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| Cuarenta y pico de octubres pasaron como si nada
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| Te conocí cuando a penas si me lavaba la cara
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| Diez años…doce a lo sumo. |
| Poca razón, muchas ganas
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| Recuerdo iba de a caballo un tordillo, clinas largas
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| Que Don Segundo Larralde le había comprado a una vasca
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| Después pasó algún tiempo, se cargó a la china en ancas
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| Y tuvieron un muchacho, varón, de pocas palabras
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| Primo y hermano a la vez de quien te dice esta carta
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| Te llevaba en el bolsillo de una blusa ratonada
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| Hecha de bolsa de harina 5 ceros bien lavada
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| Que me costureó la vieja a mano y bien reforzada
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| Te saqué como quién saca un pájaro de una jaula
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| Despacito y con cuidado… y el corazón galopiaba
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| Yo sabía que estaba mal y que estaba haciendo trampa
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| Pero quería sentirte… y el corazón galopiaba
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| Recuerdo en aquella siesta que debajo de una rama
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| Sin bajarme del caballo te eché la primer pitada
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| No se si llegue a las dos. |
| Habría sido fuerte el Tata
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| Se mandaba cuatro atados y ni tosía ni nada
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| Brasil, la hija del toro José León, se llamaba
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| Aquel hermanito tuyo que me quemó las entrañas
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| Después me quedé algún tiempo, solamente con las ganas
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| Porque plata no tenía y calodiar me asustaba
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| A veces lo veía al viejo «grapa fuerte y bocanada»
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| Pasó su vida pitando y se fue de una pitada
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| «Pobre vasco» dijo alguno, mientras la vieja rezaba
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| Cosas que tiene la vida… total si ni casi nada
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| !un poco de humo nomás!, me dije… mientras pitaba
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| No puedo creer que este asunto un día nos llegara
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| Tener que dejarte hermano, después de tantas distancias
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| Me conchavé de aguatero y fue mi primer jornal
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| Si bien la pasaba mal por aguantar ser mandado
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| Compré mi primer atado de la marca «Cardenal»
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| Más chucaro que un bagual fui juntando años tras años
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| Y aunque nunca hice el estaño porque no fui tomador
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| Me acontecí fumador de rubio, negro o castaño
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| En noches donde el tamaño de la soledad es brava
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| Cuando ya todo se acaba y uno se cree que ha terminado
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| Siempre estuviste a mi lado igual que el mate y la pava
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| Y cuando me iba al boliche y no alcanzaba la plata
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| En vez de alzar alpargatas, yerba o algún otro lujo
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| Me sometí al embrujo de un tabaco negro en lata
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| Con papel de arroz «El Sol», solía armar el caporal
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| Tirante como un pegual solía quedarme el gargüero
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| Era fuertón y fulero y de alquitrán… sin igual
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| Ninguno tomará a mal si le hablo a aquel cigarrillo tan pobretón y sencillo
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| Compañero en todo trance, aunque sienta que me avanza la espalda con su cuchillo
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| A veces siento que un grillo suele salirle al respiro
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| Prendo y al rato lo tiro o su cerrazón me acogota
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| Y hay un algo que rebota en el fondo de un suspiro
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| Pero con él, cuando aspiro el ñudo de una pena
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| Siento que se hace más buena, siento que me duele menos
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| Me dice que es un veneno, je! |
| yo se bien lo que envenena
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| Pero a pesar de quererte, tan hondo como te quiero
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| Hay rumores que el pampero trae malas nuevas por viejas
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| Dice el doctor que las rejas tienen menos prisioneros
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| Se amontonan aguaceros en los charcos de la vida
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| Se amontonan las heridas adentro del corazón
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| Pero dice la razón que hay humo de horas perdidas
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| Como ves, no me resigno tan fácil a abandonarte
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| Yo que anduve en cualquier parte, ganando y perdiendo todo
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| Como ves, no encuentro el modo de abrirme sin traicionarte
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| Se que no podré olvidarte y se que habrá mucha gente
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| Que dirá que no es prudente, que rayo en la apología
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| Je!, si fuera dios, podría decenciar al indecente
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| Pero soy hombre y pariente del resto de la jauría
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| Tengo que dejarte, amigo, después de tantas distancias
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| Cuarenta y pico de octubres pasaron como si nada |