| las hojas eran largas
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| la hierba era verde
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| Las umbelas de cicuta altas y hermosas
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| Y en el claro se vio una luz
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| De estrellas y sombras resplandecientes
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| Tinúviel estaba bailando allí
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| A la música de una pipa invisible
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| Y la luz de las estrellas estaba en su cabello
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| y en su vestido brillando
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| Cerca de Beren vino de las montañas frías
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| Y Lujurioso vagó bajo las hojas
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| Y donde el río élfico vagó
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| caminaba solo y apenado
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| Miró entre las hojas de cicuta
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| Y vi con asombro flores de oro
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| Sobre su manto y sus mangas
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| Y su cabello como sombra siguiendo
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| El encantamiento sanó sus pies cansados
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| Que sobre las colinas estaban condenados a vagar
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| Y hacia adelante se apresuró, fuerte y veloz
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| Y se aferró a los rayos de luna que brillan
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| A través de élfico-woods y elven-hall
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| Ella huyó ligeramente con pies de baile
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| Y lo dejó solo todavía para vagar
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| En un bosque silencioso, escuchando
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| Escuchó allí, en la arena voladora
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| De pies ligeros como hojas de tilo
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| De la música que brota bajo tierra
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| Y huecos escondidos temblando
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| Ahora marchitas yacían las gavillas de cicuta
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| Y uno por uno con sonido de suspiro |
| Susurrando cayeron las hojas de haya
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| En el marchitamiento del bosque invernal
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| Y la busqué, siempre vagando lejos
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| Donde las hojas de los años estaban densamente esparcidas
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| Una luz de luna y un rayo de estrella
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| En cielos helados temblando
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| Su manto brillaba en la luna
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| Como en la cima de una colina alta, lejos
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| Ella bailaba, y a sus pies estaban esparcidos
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| Una neblina de plata temblando
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| Cuando pasó el invierno ella volvió
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| Su canción soltó la primavera repentina
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| Como la alondra creciente y la lluvia que cae
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| Y el agua derretida burbujeando
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| Vio brotar las flores élficas
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| Sobre sus pies, y, curada de nuevo
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| Anhelaba por ella bailar y cantar
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| Sobre la hierba, sin problemas
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| Volvió a huir, pero él llegó rápido.
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| «¡Tinúviel, Tinúviel!»
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| Él la llamó por su nombre élfico
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| Y allí se detuvo, escuchando
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| Un momento estuvo bajo hechizo
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| Su voz se posó en ella, Beren vino
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| Y el destino cayó sobre Tinúviel
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| Que en sus brazos yacía reluciente
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| Mientras Beren la miraba a los ojos
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| Dentro de las sombras de su cabello
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| La temblorosa luz de las estrellas de los cielos
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| Vio allí reflejado, resplandeciente
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| Tinúviel la feria de los elfos
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| Y doncella mortal sabia élfica |
| Sobre él arroja su cabello shadow'y
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| Y brazos como astillas, brillando
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| Largo fue el camino que les llevó el destino
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| Sobre montañas tormentosas, frías y grises
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| A través de pasillos estériles y puertas oscuras
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| Y bosques de sombras nocturnas, mañana menos
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| Los mares de Sund'ring entre ellos yacían
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| Y sin embargo, de nuevo, se encontraron una vez más
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| Y hace mucho tiempo que fallecieron
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| En el canto del bosque, sin pena |