| Cuando vayas conmigo no mires a nadie
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| Que tú sabes que yo no consiento un desaire
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| Cuando vayas conmigo no mires a nadie
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| Que tú sabes que yo no consiento un desaire
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| «Nadie es dueño de nadie"me dijo alguien una vez
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| «Nadie puede atar los pies ni siquiera del que te acompaña»
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| La mente es extraña: ayuda, pero a veces daña
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| La duda deambula, qué fácil es pensar que me engaña
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| Que me falla; |
| consciencia no razona con hormonas
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| Si corazón y cuerpo no hablan en el mismo idioma
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| Confiar en quien amas no sé si es virtud o defecto
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| Más aun sabiendo que nada es eterno ni perfecto
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| (Es mentira)
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| Por eso somos analfabetas de pensamientos
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| Para no leer fragmentos que matarían sentimientos
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| Solo la ira de pensar que me habla con mentiras
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| Me hace desear quitarle la dicha de respirar
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| Todo comienza cuando se unen las pieles
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| Luego dicen que te quieren o viceversa, así es como suele
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| Luego hay una voz que te sugiere desconfiar en Dios
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| Porque él es amor, pero el amor es de infieles
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| La verdad duele, aunque peor es la sospecha
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| Y desesperación que se aprovecha de tus sentidos
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| Es que; |
| «sexos opuestos nunca podrán ser amigos»
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| Por eso no mires a nadie cuando estés conmigo
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| Cuando vayas conmigo no mires a nadie
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| Que tú sabes que yo no consiento un desaire
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| Cuando vayas conmigo no mires a nadie
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| Que tú sabes que yo no consiento un desaire
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| Una vez alguien dijo que está en peligro de extinción
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| La confianza y la balanza está en contra del corazón
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| Vivimos en persecución de fidelidad ficticia
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| Vínculos de codicia, círculos que te envician
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| Un beso y una caricia: rutina de despedida
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| Y piensas qué si te dejara, le quitarás la vida
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| Los buenos instantes mueren lentamente en mi mente
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| No obstante, los recuerdos de traiciones son permanentes
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| Nunca digas «siempre», «por siempre"ni «para siempre»
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| Si siempre que me doy la vuelta dejas de ser transparente
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| Lamentablemente Dinero asesinó a Te Quiero
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| Y el amor no es ciego cuando el que ama está ciego de celos
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| Es que no puedo creer en quien en sí no tuvo confianza
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| Traicionó y pide perdón con lágrimas falsas
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| Pero no hay lanza que hiera sin dejar siquiera una huella
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| Y marcada en ella está la palabra «venganza»
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| Tú eres la causa de esta sensación que no respiro
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| De estas ansias de olvido y a la vez de estar contigo
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| Tú causas estos celos en que estoy cautivo
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| Por eso no mires a nadie cuando estés conmigo
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| Cuando vayas conmigo no mires a nadie
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| Que tú sabes que yo no consiento un desaire
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| Cuando vayas conmigo no mires a nadie
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| Que tú sabes que yo no consiento un desaire
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| «Ayer fui triste como hoja cóncava y tinieblas
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| Pero hoy mi tristeza se parte en dos mitades
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| Aterrada y confusa, abro mi corazón hacia el mar hirviente
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| Y luego cierro los ojos para ver a la distancia»
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| «Construir, construir llorando
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| Construir con orden este desorden melancólico»
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| «Ernesto José González, taxista de cincuenta años, comenzó a discutir con su
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| mujer, Carolina Gamarra de cuarenta y cinco años, procediendo a atacarla con un
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| puñal de once centímetros de hoja, con la cual acertó tres heridas
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| cortopunzantes, al menos una de ellas en la región torácica, ocasionándole una
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| muerte casi instantánea»
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| Es Canserbero
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| ¡Eyaoh-yuah!, (¡Eyaoh-yuah!, ¡Eyaoh-yuah!)
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| Yo, yo, yo, yo, creo que voy
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| Solito a estar, cuando me muera
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| He sido el incomprendido
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| Ni tú ni nadie me ha querido
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| Tal como soy |