| Las campanas suenan arriba de mi habitación
|
| Y el anuncio de nuestra pérdida
|
| Y en el acto tres hombres deciden
|
| Y epílogo indefinido
|
| Todas mis cartas se han ido
|
| Un viaje que no está seguro
|
| Un mensaje que fue rico
|
| Una mano que era pobre
|
| Oh, hazme respirar y déjame ir
|
| Porque no quiero que sepas
|
| Porque no quiero que sepas
|
| Oh, no te quiero, te quiero, te quiero
|
| Es posible que mi propia descripción haya fallado
|
| Arrancado de imágenes que se guardaron
|
| Junto con imágenes de palabras.
|
| Que se guardaron y no se borraron
|
| Los estantes dispuestos sobre mi cabeza
|
| Un recuerdo de mis miedos
|
| Las mantas tienen el olor de la vida.
|
| Y empapar los muchos años
|
| Oh, hazme respirar y déjame ir
|
| Porque no quiero que sepas
|
| Porque no quiero que sepas
|
| Oh, no te quiero, te quiero, te quiero
|
| Oh, misionero, ¿estás aquí?
|
| El sol no quema cuando llega el agua.
|
| Pero el agua no llega como la lluvia inglesa
|
| Entierran sus cabezas para defensa propia
|
| Una mejora marcada a través de la diligencia
|
| Estamos solos contra nuestros pecados
|
| Solo contra nuestros pecados
|
| Solo contra nuestros pecados
|
| Habitaciones vacías que están llenas de hombres
|
| Que se sientan en los taburetes esperando el tiempo
|
| La discusión lleva a poco sentido
|
| Entierran sus cabezas para defensa propia
|
| Estamos solos contra nuestros pecados
|
| Solo contra nuestros pecados
|
| Solo contra nuestros pecados |