| Huyendo de mis pensamientos podridos, hacia abajo me arremoliné en la espiral
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| Sofocados por la culpa y el arrepentimiento, los sentidos flotaron en la nada
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| El presentimiento, amaneciendo por dentro, me arrastró en el dolor hacia el Abismo de la Mente…
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| Paredes de vidrio divinas alrededor, más allá, el Yermo inmutable
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| Privado de voluntad allí estaba, solo un pálido reflejo,
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| Un alma marchita, mis pecados humanos estoy obligado a pagar...
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| Vagando perdido en este laberinto, un jardín de emociones y sueños sepultados,
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| ¿Es esta la pura verdad sobre el hombre que solía ser?
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| Condenada a este plano mortinato, mi existencia aún ha dejado de ser,
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| Mi yo interior, una vez empapado de vida, ahora está drenado a sotavento...
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| Caminando por las calles silenciosas, testigo hueco de mi propia decadencia
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| Fallé en mi oportunidad de ser un hombre, me comprometí a apagar la llama superior
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| Todavía una chispa se esfuerza, santuario interior, rogándome que mire hacia adentro y vea...
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| Luz aterciopelada, el crepúsculo de un poeta que se refleja en el océano
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| Olas espumosas de buceo de tinte azul en costas blancas
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| ¿Podrían las alas marchitas intentar expandirse y volar de nuevo?
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| Deslizándose a través de los cielos volviéndose brillantes, ascendiendo al infinito, olvidando el tiempo,
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| Las gaviotas se regocijan en su vuelo por la libertad
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| Atado a la tierra sigue en pie, los ojos mirando en blanco al sol,
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| Mi vestigio de vidrio (el hombre que era...) desmoronándose hasta convertirse en polvo...
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| Vagando perdido en este laberinto, tumba de emociones y sueños olvidados,
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| La esencia de la vida se acercó a mí
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| Se agita el impulso de la iluminación, he vislumbrado el idilio redimido,
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| Extendiendo mis alas… (un niño recién nacido…) me propuse vivir… |