| me echaste
|
| Como una botella vacía por la borda de un barco
|
| Me dijiste: "Nada.
|
| Ya no hay amor en nuestro bergantín.
|
| Me ordenaste que alimentara a los tiburones,
|
| Esperabas tanto que me ahogara.
|
| Pero ya puse el hacha bajo la brújula,
|
| Y escondiste todas tus cartas,
|
| Y en el faro, en la esperanza, rompí la bombilla del ojo,
|
| ¡Para que hurgues en los arrecifes del amor!
|
| Me llamaste tan cariñosamente - Negoro,
|
| Y me diste tabaco holandés,
|
| Y te cociné pasta naval
|
| Y quería que siempre fuera así.
|
| Pero luego sucedió una mierda: fuiste con el capitán,
|
| hasta el final sin saber quien soy,
|
| Pero yo no soy Negoro, mi nombre es Sebastiano,
|
| Después de todo, no soy un tonto, ¡soy genial!
|
| Hasta la vista amor, adiós para siempre.
|
| Nunca más volveré a ver esos ojos,
|
| no acostarme contigo en una hamaca y no beber ron contigo,
|
| No te cantes reggae sobre esto y aquello.
|
| En un bar del puerto, en el humo de los habanos,
|
| Exprimiendo a una puta, me acordé de ti,
|
| Bueno, ¿por qué no te lo dije?
|
| ¡Que no soy cocinero, soy capitán!
|
| ¡No, no, no soy Negoro, soy el capitán Sebastián Pereira!
|
| ¡No, no, no soy Negoro, soy el capitán Sebastián Pereira!
|
| ¡No soy no Negoro, soy capetano Sebstian Pereira!
|
| No soy no Negoro, yo soy capetano Sebstian Pereira |