| Donde pisan los pasos de una cultura
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| Los justos todavía cantan
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| Mientras marchamos al son del himno de la «humanidad»
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| Una noche inquieta espera el amanecer de una primavera silenciosa
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| Nuestros mitos y esta forma de vida
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| Nos han llevado por mal camino, desconectados
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| Hemos salido del círculo y entrado en el reinado
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| Porque detestan tanto el mundo
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| Los niños buscan la dicha celestial
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| Y abandonar esta tierra sagrada
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| Maldición: el riesgo que estoy dispuesto a correr
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| Por la vida eterna vuelvo al útero
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| Día a día, desde el nacimiento
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| Página por página: el guión que representamos
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| A una historia poco sólida de conquista y gloria
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| Por una cultura a punto de colapsar
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| La sangre brota de las fuentes
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| De esclavitud y brutalidad
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| (esta tierra cautiva a inundar)
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| como a quien la madre acaricia
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| Así te consolaré
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| A través de cada momento de vigilia
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| Los susurros suplicantes de la cultura madre
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| se hablan suavemente en mis oídos
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| Rogándome que le dé la espalda
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| En cambio, evito sus mentiras
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| Con la verdad de una nueva visión del mundo
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| Estoy sordo al grito de salvación
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| Porque detestan tanto el mundo
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| Los niños buscan la dicha celestial
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| Y abandonar esta tierra sagrada
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| Maldición: el riesgo que estoy dispuesto a correr
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| Por la vida eterna vuelvo al útero
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| Mi sangre por su sangre, mi aliento por su aliento
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| De vuelta a sus brazos, al lugar al que pertenecemos
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| Madre cultura renace y yo de nuevo a la tierra
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| Para romper las cadenas, para darle un nombre a la libertad
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| Y poner la vida de nuevo en vivir |