| ¡Ahora debo encontrar refugio del fuerte vendaval que está a punto de levantarse!
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| La aurora boreal me deleita
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| Enciende los cielos oscurecidos
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| Mientras me abro paso lentamente por el claro
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| Para llegar a las puertas ascendentes de la leña
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| Pero saboreando llegaron las fauces de la noche
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| Tragando todo menos la luna y las estrellas
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| Tormenta, a tientas hasta un golpe furioso
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| Empalando desnudo
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| Como una daga lanzada por un enemigo amargado
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| Debajo de los ojos parpadeantes de la noche
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| Allí, bajo la rama de la leña, descansa
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| En la cuna hecha por la nieve incrustada
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| Sin pena ni cuidado
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| La aurora boreal me deleita
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| Enciende los cielos oscurecidos
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| Mientras me abro paso lentamente por el claro
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| Para llegar a las puertas ascendentes de la leña
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| El aliento frío del viento helado me obliga
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| A esta fortaleza de siempre árboles
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| Que me ofrece un lugar para descansar
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| Guarida para mí y las bestias también
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| ¡Oh Fortuna me has abandonado!
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| ¿Quién podría ver a través del velo de la noche?
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| Podía escuchar la llamada desfalleciente del desesperado
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| Cuando la tormenta ruge una y otra vez
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| Y una vez más ataca con
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| Un golpe de aullido tan furioso
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| No se da piedad por los perdidos
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| ¿Quién está buscando una salida de
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| Este horrible laberinto de hielo y nieve
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| Que bajo las estrellas la luna guíe tu camino
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| Pero los fríos vientos del norte soplarán eternamente
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| Bajo las estrellas, bajo cielos resplandecientes
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| Te obligaron a irte de donde queda el bosque
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| Fuera de la oscuridad así como así
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| Una luz creciente se convirtió
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| Ahora cantando para el viajero
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| Cuyo camino se convirtió en su final
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| Las luces del norte te deleitan
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| Enciende los cielos oscurecidos
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| A medida que avanzas lentamente por el claro
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| Para llegar a las puertas ascendentes de la leña
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| Saboreando vienen las fauces de la noche
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| Se traga todo menos la luna y las estrellas
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| Tormenta a tientas hasta un golpe furioso
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| Empalando al que lo intenta
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| Para conquistar el trono del bosque
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| Debajo de las estrellas, que la luna guíe tu camino
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| Pero los fríos vientos del norte soplarán eternamente
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| Debajo de los ojos parpadeantes de la noche
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| Allí, bajo la rama de la leña, descansa
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| En la cuna hecha por la nieve incrustada
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| Sin pena ni cuidado |