«Te lo ordeno, únete a mí porque la prueba de poder está completa»
|
Y lo obligamos, a Thagirion caminamos
|
En medio de los que braman dolor
|
nosotros descendemos
|
Y he aquí el parloteo y el crujir que salían de las bocas
|
De los fatídicos muertos atados para siempre en la servidumbre, amargos esclavos del negro
|
La mano negra me guía más allá del muro de los sueños
|
Donde los demonios habitan en medio de las almas caídas y sofocan sus amargos gritos
|
Debajo de los terrenos que pisamos, en los pasillos de los muertos santificados
|
La sabiduría ardiente en el corazón de las tinieblas: manifiesta
|
Un destello cegador
|
Y el aplauso del trueno
|
Revela el camino oscurecido
|
Los guardianes de la llama lo rodean a él y a mí
|
Nuestras manos están atadas y nuestras capas están puestas sobre nuestros ojos
|
Y descendemos a las profundidades
|
En los pasillos donde se guardan los secretos más oscuros
|
Sus demonios mordaces se burlan y se ríen de mí
|
Porque solo tengo oídos para oír sin ojos para ver
|
Y con esta prueba de sabiduría todo será revelado
|
Las llamas consumen y nos hacen uno
|
La cripta sin estrellas, sin sellar
|
Una mano tan fría
|
Alcanzó y tocó mi cara
|
En un momento sinfonías más oscuras
|
Se hinchó y se levantó dentro de mí
|
¡Dulce fuerza liberadora, parte mi alma en dos!
|
Oh gran señor, dentro de mí ves, dentro de mí, veo
|
Nuestras almas se regocijan cuando la sabiduría fluye libremente y la oscuridad se extiende por las tierras.
|
Salve al verdadero portador de la luz
|
Bestias voraces, hechizadas para someterse, se alinean en las paredes de los pasillos
|
Paralizado por el miedo, en una mirada fantasmal
|
Solo quedan piezas de las almas torturadas
|
Roto y aborrecido
|
Anhelo de oscuros deseos
|
Un vacío dejado sin llenar
|
Su mirada fría mientras el maestro mago se eleva hacia la masa negra
|
Oh gran señor, dentro de mí ves, dentro de mí, veo
|
Nuestras almas se regocijan cuando la sabiduría fluye libremente y la oscuridad se extiende por las tierras.
|
Salve al verdadero portador de la luz
|
Y he aquí, los ojos miraban desde el que estaba sentado a la izquierda
|
Del gran maestro, una voz se arrastró desde debajo de su capucha
|
«Cuidado, los que oyen y cabecean de acuerdo, pero transgreden este vínculo
|
Sufrirá una maldición mucho más allá de su tumba mortal.»
|
Las puertas se abrieron de par en par
|
La llama consumió
|
Y el tiempo se detuvo...
|
Mientras la oscuridad se apodera de mi alma
|
Te canto, oh señor oscuro
|
me lo ruego en esta noche
|
Indúceme a tu reino donde el sol no saldrá
|
Marcamos el comienzo del eón eterno en el que los cielos retroceden y se enrollan
|
Dentro de estos pasillos, todas las verdades son conocidas.
|
Los males me transforman por dentro, renazco
|
No todos pueden conocer la verdad, porque cegadora es la luz
|
A la mente del neófito expuesta a la llama
|
Su fuerza vital lisiada, enloquecida
|
y no puedo llorar
|
Porque los fuegos de la verdad han destruido toda ilusión
|
Dentro de un sueño de un sueño, la conspiración es clara para mí
|
Por la salvación, él clama
|
Gritos indiscernibles empapados de agonía
|
al monte
|
Puesto ante sus pies
|
Surgen llamas sin humo
|
Entra el adversario
|
Su pronunciamiento fluyendo a través de cada fibra de mi ser
|
Con conocimiento dado de la Palabra omnipotente
|
Mi insaciable sed de sangre aumentó |