| Cuando era niña, tenía una historia favorita.
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| De la alondra que vivía donde serpentean los ríos.
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| Su voz podría igualar a los ángeles en su gloria.
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| Pero ella estaba ciega. |
| La alondra estaba ciega.
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| Vino un rey anciano y la llevó a su palacio.
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| Donde los muros eran de bronce bruñido y galones dorados.
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| Y la alimentó con frutas y nueces de un cáliz de marfil.
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| Y oró.
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| Canta para mí, mi alondra del prado.
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| Canta para mí de la mañana de plata.
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| Libérame, mi alondra del prado.
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| Y te compraré una joya invaluable.
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| Y tela brocada y cruel.
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| Y te amaré de por vida si lo haces, canta para mí.
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| Entonces, un día, mientras una alondra cantaba junto al agua,
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| El dios del sol la escuchó en su vuelo.
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| Y su canto lo conmovió, así que vino y la trajo,
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| El don de la vista.
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| ¡Él le dio la vista!
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| Y ella abrió sus ojos al brillo y al esplendor,
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| De este hermoso dios joven tan orgulloso y fuerte.
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| Y llamó a la alondra con voz áspera y tierna,
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| Venir también.
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| Vuela conmigo, mi alondra del prado.
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| Vuela conmigo en la mañana plateada.
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| Más allá del mar donde ladran los delfines.
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| Bailaremos en las playas de coral.
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| Haz un festín de ciruelas y melocotones.
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| Hasta donde alcance tu visión.
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| Vuela conmigo.
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| Pero la alondra del prado dijo que no.
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| Porque el viejo rey la amaba tanto.
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| No podía soportar herir su orgullo.
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| Así que el dios sol se fue volando.
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| Y cuando el rey descendió aquel día,
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| Descubrió que su alondra del prado había muerto.
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| Cada vez que escuchaba esa parte lloraba.
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| Y ahora estoy aquí con los ojos estrellados y tormentosos.
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| Ah, justo cuando pensaba que mi corazón finalmente estaba entumecido.
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| Un hermoso joven aparece ante mí,
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| Cantando, ven, oh, ¿no vendrás?
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| Y qué puedo hacer finalmente por primera vez,
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| ¿Por el que estoy ardiendo devuelve el brillo?
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| Si tu amor ha llegado por fin, ha elegido el peor momento.
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| Todavía lo sé,
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| ¡Tengo que ir!
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| Alondra de pradera voladora.
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| Vuela lejos en la mañana plateada.
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| Si me quedo, llegaré a maldecir la oscuridad.
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| Así que está fuera de donde los días no me encontrarán.
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| Sé que dejaré a los bribones detrás de mí.
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| Pero no dejaré que el mañana me encuentre, de vuelta por aquí.
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| Antes de que mi pasado una vez más pueda cegarme.
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| Alejarse.
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| Y no esperaremos,
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| Para decir adiós.
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| Mi hermoso joven...
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| ¡Y yo! |