| El reloj de mi abuelo era demasiado grande para el estante | 
| Entonces estuvo noventa años en el piso | 
| Era la mitad más alto que el propio anciano. | 
| Y no pesa ni un centavo más | 
| Lo compré la mañana que nació mi abuelo. | 
| Y siempre fue su tesoro y orgullo | 
| Pero se detuvo en seco para nunca volver a ir | 
| Cuando el anciano murio | 
| Noventa años sin dormir (tic tac tic tac) | 
| La numeración de los segundos de su vida (tic tac tic tac) | 
| Pero se detuvo en seco para nunca volver a ir | 
| Cuando el anciano murió. | 
| (romper) | 
| Al ver su péndulo oscilar de un lado a otro | 
| Muchas horas que había pasado de niño | 
| A medida que se hizo hombre, el reloj parecía saber | 
| Porque compartió todas las penas y alegrías | 
| Y dio las veinticuatro cuando entró por la puerta | 
| Con su hermosa y sonrojada novia | 
| Pero se detuvo en seco para nunca volver a ir | 
| Cuando el anciano murio | 
| (romper) | 
| Mi abuelo decía que de los que podía contratar | 
| Ni un sirviente tan fiel que había encontrado | 
| Porque no perdió el tiempo y tenía un solo deseo | 
| Al cierre de cada semana a liquidar | 
| Sí, se mantuvo en su lugar, pero no frunció el ceño. | 
| Y sus manos nunca colgaron a su lado | 
| Pero se detuvo en seco para nunca volver a ir | 
| Cuando el anciano murio | 
| (romper) | 
| Entonces sonó una alarma en la oscuridad de la noche | 
| Una alarma que durante años había sido tonta | 
| Y sabíamos que su espíritu estaba emplumado para el vuelo | 
| Que había llegado su hora de partir | 
| Sí, el reloj mantuvo el tiempo | 
| Con un timbre suave y amortiguado | 
| Mientras estábamos allí y observábamos a su lado | 
| Pero se detuvo en seco para nunca volver a ir | 
| Cuando el anciano murio |