| El río había traído consigo mucho ese día.
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| De la madera a la deriva a la sangre de la brasa
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| Algunas cosas estaban escondidas
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| Mientras que otros fueron vistos
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| Sin embargo, el hombre de alguna manera no podía recordar...
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| Habiendo deambulado lejos de las orillas del agua
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| Para volver a su tribu y sus luces
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| Pronto encontró una falla
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| de carne y de mente,
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| Ya no eran robustos ni brillantes
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| Lo que no pudo haber visto
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| Estaba la enfermedad río arriba;
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| Esos restos abandonados de los desperdiciados
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| Lo que no pudo haber visto
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| Estaba la enfermedad río arriba;
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| Esos restos abandonados de los desperdiciados
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| Lo que él no podría haber sabido
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| Fue la plaga del hueso
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| En cada flujo y reflujo que había probado
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| Dawn lo encontró enfermo, el delirio abundaba
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| Aquellos a los que amaba temían que su enfermedad vagara
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| Con el tiempo agotándose
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| Sus ojos jóvenes se nublaron
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| A medida que el olor a humo se hizo más fuerte
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| Fue entonces cuando escuchó el agudo crepitar de las antorchas.
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| Llevado junto a él por hombres de su clan.
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| Un pánico atravesó
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| Toda la vida que conoció
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| Terminó antes de que comenzara
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| La cuerda enroscó sus muñecas y se aferró a sus venas.
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| Mientras junto a él sus parientes se hundieron
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| Y con lágrimas en los ojos
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| A través de la confusión y los gritos
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| Hacia las llamas salvajes fue arrastrado
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| Como miles de millones antes que él, independientemente de la forma
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| Terminó como lo había decidido la casualidad
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| Tan brevemente contenido
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| El estribillo de un infierno
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| Habiendo impulsado y enojado y guiado
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| En el corazón del incendio, la conciencia se disolvió
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| La luz ascendió desprovista de deseo
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| De un sendero entrelazado
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| Vida y muerte esparcidas detrás
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| A las estrellas, volvió, del fuego |