| Ah, muchos hombres han construido su propio templo | 
| Se muestra para transmitir su gracia y habilidad. | 
| Tener cúpulas rojas, pilares y arcos | 
| Todo diseñado para adaptarse a su voluntad | 
| Cuando los hombres observan su belleza | 
| Se paran y ven y suspiran y dicen | 
| Grande es tu obra, oh si, oh constructor | 
| Tu fama nunca se desvanecerá | 
| Los que no saben y los que no saben | 
| Que no saben, son tontos, evítalos | 
| Luego está la mujer, constructora de naciones | 
| Cargado de trabajo, amor y cuidado | 
| Colocan cada pilar con orgullo y paciencia | 
| Muestra todos los planes que planteará en una oración | 
| Los que no saben que saben | 
| Que no saben, son niños, una niña morena | 
| Pero pocos hombres alabarán su causa y presagio. | 
| Algunos tal vez ni siquiera entiendan | 
| La mayor parte de la lucha a cargo de la mujer | 
| Rara vez se sostiene a los ojos del hombre | 
| Los que saben y los que no saben | 
| Que saben, están dormidos, despiértalos | 
| Así sean los templos que los hombres han apreciado | 
| Desmenuzado en ruinas para pudrirse y oxidarse | 
| No miente cada pilar y arco para perecer | 
| Condenado a decaer y pudrirse en polvo | 
| Ay pero los que saben y saben que saben | 
| Son de sabiduría, aprécialos | 
| Oh, pero los templos creados en la mujer | 
| Nunca he fallado en estatua y gol | 
| En lo profundo de su corazón llena su templo | 
| En su propio hijo su alma mortal |