| Una madre salió de fiesta
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| Dejó en casa a su hijo pequeño
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| El lloró y le rogó que no lo dejara.
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| Pero ella no renunciaría a su diversión.
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| Ella besó su mejilla y trató de calmarlo.
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| Pero no prestaría atención a su súplica infantil
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| Ella lo escuchó llamar cuando ella se iba
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| «Por favor mami, por favor quédate en casa conmigo».
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| La madre se unió a los juerguistas.
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| Y pronto se perdió en una alegría insignificante
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| Las melodías suaves y las sombras revoloteando
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| La hizo olvidar a su bebé
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| Ella bailó y se rió y bebió un poco
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| El mundo para ella estaba lleno de alegría.
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| Pero de vez en cuando estas palabras la perseguían.
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| «Por favor mami, por favor quédate en casa conmigo».
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| Se fue de la fiesta sintiéndose mareada.
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| El olor a bebida en su aliento
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| Corrió a casa para encontrar a su bebé.
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| En el dolor furioso y cerca de la muerte
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| El médico vino y miró con tristeza.
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| El caso no tenía remedio, podía ver
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| El bebé murió, estas palabras repitiéndose
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| «Por favor mami, por favor quédate en casa conmigo».
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| La madre ahora, su vida perdería
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| Volver a escuchar la voz de su bebé
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| Le dolió pensar que lo dejó groseramente.
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| Para satisfacer su maldad vanidosa
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| Ahora las madres no descuidáis vuestro deber
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| Esta historia debería ser una lección
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| No ignores las súplicas de tu bebé
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| «Por favor mami, por favor quédate en casa conmigo». |