| Más cerca que cerca, te ves a ti mismo,
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| Una imagen reflejada de lo que querías ser.
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| A medida que pasa cada día, un poco más,
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| No puedes recordar qué era lo que querías de todos modos.
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| Los dedos sienten las líneas, pinchan el espacio,
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| Tu rostro envejecido, el rostro que una vez fue tan hermoso,
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| todavía está allí, pero irreconocible:
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| Infierno privado.
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| El hombre que una vez amaste, es calvo y gordo,
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| Y rara vez, trabajando hasta tarde como de costumbre.
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| Tu interés ha disminuido, sientes la tensión,
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| Los resortes de la cama se rompen, en las ocasiones en que él se acuesta sobre ti,
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| Cierra los ojos y no pienses en nada más que...
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| Infierno privado.
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| Piensa en Emma, pregúntate qué está haciendo.
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| Su marido, Terry, y sus nietos.
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| Piensa en Edward, que todavía está en la universidad,
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| Le envías cartas, que él no reconoce.
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| Porque a él no le importa,
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| no les importa
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| Porque todos están pasando por su propio infierno privado.
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| La mañana se desliza, en una neblina de valium,
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| Y catálogos, y numerosas tazas de café.
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| Por la tarde, la comida semanal,
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| Se pone en bolsas, mientras flotas por la calle principal
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| Los escaparates reflejan — juega un anfitrión sin nombre,
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| A un fantasma en el armario, una imagen de tu fantasía,
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| Una víctima de tu miseria y Private Hell
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| Solo a las 6 en punto, se te cae una taza,
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| Lo ves romperse, dentro de ti agrietarse,
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| No puedes seguir, pero lo barres,
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| A salvo por fin dentro de tu Infierno Privado.
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| La cordura por fin dentro de tu Infierno Privado. |