| Al norte de la frontera del Viejo México
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| Cabalgué un día al pueblo de vacas de San Angelo
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| Un sol caliente brillaba, una brisa caliente soplaba
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| Todavía no tan cálido como los labios que esperaba besar
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| Ella envió un mensaje hace mucho tiempo
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| Secora había prometido reunirse conmigo en San Angelo
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| Era consciente del riesgo que estaba tomando
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| Fui un forajido pero grande fue mi amor por esta chica
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| Debo estar con ella, no puedo alejarme
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| Las noches pasadas sin ella son solitarias y también lo son los días.
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| Si significa la muerte, tendré que arriesgarme.
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| Solo unos minutos más y ella estará a mi lado
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| A las diez de la mañana
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| Amarré mi caballo y comencé a caminar por la calle
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| ¿Dónde estaba Secora, se había olvidado
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| Este era el día y la hora que ella quería conocer
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| Pero algo anda mal con nuestros planes y temo que la muerte me espera
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| Aquí en esta calle calurosa y polvorienta
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| En lo alto de una casa, pero todavía puedo ver
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| Allí se esconde un hombre con un rifle, me apunta
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| Podría escapar del hombre con un rifle
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| Pero hay otros como él que no puedo ver
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| Detrás de cada ventana el clic de un arma
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| Muero si me quedo y mi amor por ella no me deja correr
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| ¿Dónde está Secora, mis ojos la verán?
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| Luego, en un momento, ella corre desde una puerta al final de la calle.
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| «Sube a tu caballo», está llorando
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| «Sal de la ciudad, es una trampa y te están esperando»
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| Pero si cabalgo, ella debe cabalgar conmigo
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| Luego, en un momento, sé que nuestras posibilidades se han ido
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| Porque una bala está bien encaminada y encuentra mi Secora
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| Ella llora mientras cae en mis brazos
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| Una y otra vez sus suaves labios decían
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| «Ahora estamos juntos, no dejaré que te lleven»
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| Un pequeño suspiro, sus pequeños labios tiemblan
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| Entonces todo terminó, Secora se había alejado
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| Las lágrimas nublan mi visión, pero claramente veo
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| El guardabosques que la mató está parado allí esperándome.
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| Me levanto a su encuentro, mi único pensó que lo golpeó
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| Merece la muerte y juro que este guardabosques morirá
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| Vencí su sorteo y le disparé
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| Le disparó seis veces tan rápido como las balas podían volar
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| Mi arma está vacía o más le dispararía
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| Ahora hay otros como él que quieren que muera.
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| Sus balas vienen hacia mi, como duelen cuando me golpean
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| El dolor me hace caer al suelo
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| Se ha ido mi fuerza, solo queda la voluntad de luchar
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| Escucho el sonido del plomo mientras me roba la vida
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| Si debo morir, déjame encontrar a Secora
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| Déjame aferrarme a su mano por los pocos momentos que quedan.
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| A ciegas busco y no es en vano
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| Toco la mano de terciopelo suave y me alivia el dolor
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| La vida no es más, pero estamos juntos
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| Incluso en la muerte ella es mi amante, se acabó, adiós |