| ¡Aquí, donde cayó un héroe, cae una columna!
|
| Aquí, un águila mímica brillaba en oro
|
| ¡Una vigilia de medianoche sostiene al murciélago moreno!
|
| Aquí, donde las damas de Roma sus cabellos alisados
|
| ¡Agitad al viento, ahora agitad la caña y el cardo!
|
| Aquí, donde en el trono de oro el monarca holgazaneaba
|
| Se desliza, como un espectro, hacia su hogar de mármol
|
| Iluminado por la pálida luz de la luna cornuda
|
| ¡El veloz y silencioso lagarto de la piedra!
|
| (Edgar Allan Poe)
|
| He aquí, rayado con estrellas, el coloso ve el cielo cerca
|
| ¿Qué raza tan lejana o bárbara podría estar ahora ausente de aquí?
|
| Los gobernantes del pasado trajeron enfermedades a los pobres
|
| Bajo, César, tu guía, a sí misma Roma restauras
|
| Y los dioses ahora aparecieron
|
| Y cien días hacemos fiesta
|
| Diversa es la multitud, pero te aclama como una sola lengua, el verdadero padre de la patria.
|
| Que el pasado no se jacte, por cada grandioso fantasma que la arena trae para ti
|
| El temido minotauro que una mujer dio a luz de su peligrosa cita
|
| Baco recuperó el aliento de la muerte de su madre y así nació una bestia
|
| Encienda la pantalla: los juegos de Titus
|
| ¡Ay de los enemigos que se atrevan a luchar contra nosotros!
|
| «En la muerte te saludamos»
|
| Dos hombres luchan por matar, y por voluntad de César la gloria se parte por la mitad
|
| Orfeo inconsciente es devorado por un oso y la gente se ríe
|
| Un ejército lucha y muere ante tus propios ojos cuando dos barcos chocan
|
| En un mar de sangre, una inundación roja despiadada, innumerables hombres han muerto
|
| Encienda la pantalla: los juegos de Titus
|
| ¡Ay de los enemigos que se atrevan a luchar contra nosotros!
|
| «En la muerte te saludamos»
|
| Encienda la pantalla: los juegos de Titus
|
| ¡Ay de los enemigos que se atrevan a luchar contra nosotros!
|
| He aquí lo Divino, porque las bestias no dicen mentiras
|
| Rendir más fuerte es el segundo premio del valor
|
| Pesada es la palma que gana el enemigo más débil
|
| Pero ahora, oh César, has venido a redimir a Roma de sus pecados |