| siéntate alto, siéntate alto
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| mira lejos
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| miéntete a ti mismo sobre lo que te espera,
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| escucha como la ciudad tiene grava debajo de las llantas
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| dando vueltas y vueltas en su pecho como la tos de un anciano.
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| ángeles mensajeros rodean tu casa en un arco empinado,
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| escupir, grosero,
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| el viento fuma tu cigarro mas rapido que tu -
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| roe con avidez como un perro, buscando tus palmas abiertas,
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| se quita las cenizas de la manga, -
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| siempre es así aquí: la primavera está fuera de lugar, el invierno ya no está en su apogeo,
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| la ciudad la estrujó sobre sí misma, toda blanca, como una pasta,
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| y ahora se está despegando, todo negro, como una costra,
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| remata la película, recoge lo roto después de beber,
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| limpia autos como dientes de hojalata o placas de identificación Yankee,
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| permanece seco solo donde lo dejaron en el estacionamiento;
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| mujeres rusas
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| en chaquetas se encogen de hombros en el frío,
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| y el humo cae en el aire frío y se disuelve a lo lejos,
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| cómo el color del té del fondo se dispersa en agua hirviendo.
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| no tiembles, mi niña, no te apresures, termina tu humo, no tiembles,
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| siéntate con las piernas colgando en el abismo, guardián en el centeno,
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| Por eso se inventaron los pisos superiores;
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| trepar, como en un transatlántico, se derretiría, desaparecería,
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| barandilla blanca a lo largo de la cubierta,
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| palomas,
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| coartada -
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| no ames a nadie más, mi niña, no ames, |