| Maldiciendo cada paso del camino, llevó una pesada carga
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| Al mercado a diez millas de distancia, el viaje pasó factura
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| Y todos los días pasaba por los altos muros de la catedral de un monasterio
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| E hizo que su vida pareciera pequeña y sin sentido
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| Y se preguntó cómo sería vivir en un lugar así
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| Estar abrigado, bien alimentado y en paz, aislarse del mundo
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| Así que cuando vio a un sacerdote que caminaba, por una vez, más allá de la puerta de hierro
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| Dijo: «Hábleme de su vida dentro del lugar», y el sacerdote respondió
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| Nos caemos, nos levantamos, nos caemos, nos levantamos
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| Nos caemos, nos levantamos
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| Y los santos son sólo los pecadores
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| Quien se cae y se levanta
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| La decepción lo siguió a casa, había esperado mucho más
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| Pero se vio a sí mismo en una luz que nunca antes había visto.
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| Porque si el sacerdote que cayó pudiera encontrar la gracia de Dios suficiente
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| Entonces debe haber alguna esperanza para el resto de nosotros.
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| Debe haber alguna esperanza para nosotros
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| Porque nos caemos, nos levantamos, nos caemos, nos levantamos
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| Nos caemos, nos levantamos
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| Y los santos son sólo los pecadores
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| Quien se cae y se levanta
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| Nos caemos, nos levantamos, nos caemos, nos levantamos
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| Nos caemos, nos levantamos
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| Y los santos son sólo los pecadores
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| Sí, los santos son solo los pecadores
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| Quien se cae y se levanta
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| (Nos caemos, nos levantamos, nos caemos, nos levantamos)
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| (Nos caemos, nos levantamos)
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| Y los santos son sólo los pecadores
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| Quien se cae y se levanta
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| (Nos caemos, nos levantamos, nos caemos, nos levantamos)
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| (Nos caemos, nos levantamos)
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| Y los santos son sólo los pecadores
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| (Nos caemos, nos levantamos, nos caemos, nos levantamos)
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| (Nos caemos, nos levantamos)
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| Y los santos son sólo los pecadores
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| (Nos caemos, nos levantamos, nos caemos, nos levantamos)
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| (Nos caemos, nos levantamos)
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| Y los santos son sólo los pecadores
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| Sí, los santos son solo los pecadores
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| Quien se cae y se levanta |