| ¿Te contaré una historia de amor y de celos?
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| Y de cómo un mortal encontró su propio destino
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| Nacida doncella de luminosa belleza
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| Y reveló que ella era una flor tan celestial
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| Pero por esta admiración estoy condenado, ya ves
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| La herida de una diosa sobre mí
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| Ahora me envían a casarme con uno de raza dragón
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| Oh querida Venus, no quise decir impiedad
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| Y así la niña se quedó sola en la cima de una montaña
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| Hasta que con suave aliento Zephyr ella a un palacio trajo
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| Porque los hados han condenado no los deseos de Venus forjados
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| Pero en cambio, esas famosas flechas compartirían su corazón.
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| Ahí teníamos felicidad pero en secreto
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| En la oscuridad amamos sin necesidad de ver
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| Pero convencido de revelar su identidad
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| Grandes vientos, traicionados, volaron rápido lejos de mí
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| Y así ella se preguntó sobre la tierra buscando a lo largo y ancho
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| Mientras yacía secuestrado al lado de su madre indignada
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| Se preparó para enfrentar las implicaciones de su deseo.
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| Se acercó a las puertas donde Habit la agarró y la hizo llorar.
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| Oh, problemas y tristezas, por favor déjame en paz
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| ¿Tu ama no tiene corazón para ofrecerme clemencia?
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| La amo con la mayor dulzura y fervor
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| Sólo de esto soy culpable
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| Entonces la diosa la drogó a un montón desordenado de semillas
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| Comando antes de la noche, la tarea de clasificación debe estar completa
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| El lío de lentejas, maíz y cebada y semillas de amapola
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| Parecía imposible para la psique cansada y desgastada
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| Estoy abrumado por la humildad
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| Pero escucha bajo tus pies, nacido en la tierra, te compadeces de mí.
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| Oh, ágiles crías corren a mi necesidad
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| Queridos hermanos y hermanas de la humanidad
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| Tomó cada grano por grano
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| Hizo montones de lo mismo
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| La luz de la naturaleza vino a mí
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| Oh mirmidones, oh gentiles bestias
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| No te lo pedí, aun así me salvaste
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| Tanta diligencia concédeme esta lección enseña
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| Ahora la conciencia tengo que mantener
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| Pero no basta esta sola victoria
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| Oferta ella era imposibilidades
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| Para recoger el vellocino de oro
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| Las aguas del pico más cruel
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| Y la belleza de Perséfone
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| Estas tres tareas más completó ella
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| Miedo de que ella era, pero nunca débil
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| Luego, cuando se echa en el sueño estigio
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| El amor voló y la despertó de lo profundo
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| Oh consejo arriba, oh Júpiter
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| Me recibes en tu teatro
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| Con esta copa dorada de ambrosía
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| Apreciaré las lecciones que he aprendido de la
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| Torre y vegetación
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| Y el gran pico del ave real
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| Las hormigas que me rescataron
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| Sí, se necesita fuerza para recibir |