| Pedro el pescador siempre estaba silbando una llamada tan alegre,
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| Las chicas que pasaban lo oían silbar junto al muro del puerto.
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| Pero su amada Nina, que lo amaba de verdad, siempre supo
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| Que su canción le pertenecía solo a ella.
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| Y en la tarde cuando las luces brillaban,
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| Y tuvieron que separarse,
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| Mientras se alejaba navegando en su bote, haciendo eco a través de la bahía,
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| Llegó la melodía que perduraba en su corazón.
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| Pero los días de soñar pasan rápidamente y la vida sigue corriendo,
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| Y un día, desde el muro del puerto, descubrió que su barco se había ido.
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| Había navegado para encontrar el oro que el mar nunca podría traer,
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| Para comprar un vestido, un reloj de cuco, una cacerola y un anillo.
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| Ella mantuvo sus ojos en el horizonte azul, pero él no regresó.
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| Dejó de suspirar y dejó de llorar, pero él no volvió.
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| Un día su padre le dijo: «Ay queridísima hija mía
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| Nunca harás mucho con el pescado, harás mucho más con el vino.
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| Aunque Miguel es muy gordo le va bien a su viña,
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| Así que cásate con él y deja que tus sueños con Pedro se vayan al carajo.»
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| El órgano suena, los niños del coro cantan,
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| El sacerdote está listo con el libro y el anillo,
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| Tan pequeña y blanca aquí viene la novia,
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| Y se para al lado del moreno Miguel.
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| ¿Quieres que este hombre sea tu esposo legítimo eternamente?
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| Y de repente la iglesia está quieta; |
| esperan escucharla decir «lo haré».
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| Cuando a través de la puerta abierta allí, un sonido lejano perturba el aire.
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| De repente encontró a su hombre, de la iglesia salió corriendo,
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| Allí estaba, sobre el muro del puerto.
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| Los invitados a la boda se precipitaron hacia el muelle, pero la novia se había ido.
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| Mientras navegaba con amor, haciendo eco a través de la bahía,
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| Llegó el final feliz de su canción. |