| Aquí en este pueblo, hay una nube sobre su cabeza,
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| Sus sombras son jardines,
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| Llueve en nuestras camas,
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| Una soledad paralizada yace aquí junto a los muertos,
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| Y los vivos, como yo,
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| El miedo permanece conmigo y la culpa nunca se va,
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| Por la noche, a través de mi ventana, todo lo que veo,
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| Es una vista de ese puente que conduce a algún lugar donde nunca estaré,
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| Aunque anhelo ir.
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| ¡Desde debajo de ese puente, escucho rugir melodías!
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| ¡La luz parpadea en mis ventanas!
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| ¡Tambores hacen sonar mis puertas!
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| El predicador me dijo: «Son todos pecadores y putas,
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| ¡Sus risas me atormentan!»
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| Bueno, una noche por debilidad,
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| y una sed en mi garganta,
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| Corrí a ese puente,
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| ¡Juré que nunca iría!
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| ¡Al final de ese túnel, vi una luz ardiente!
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| Entré con la cabeza colgando y lloré:
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| ¡Salió pavoneándose del otro lado!
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| Bueno, ahora me siento así,
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| ¡Como si tuviera un lugar adonde ir!
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| Voy a pavonearme, voy a destrozar esa ciudad,
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| ¡Y muéstrales a todos que hay un hombre nuevo por aquí!
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| Tengo un resorte en mi paso,
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| ¡Fuego en mis huesos!
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| El camino gira de una manera que nunca antes conocí,
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| Dile al predicador «¡Amén!» |
| que pague la cuenta,
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| ¡Deja al diablo afuera hasta que haga un trato!
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| ¡No, nunca creí que algo pudiera haber cambiado!
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| Y las paredes que me rodean,
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| ¡Siempre permanecerían!
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| Ven mañana por la mañana,
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| Podría sentir lo mismo,
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| Luego caminaré de regreso a ese viejo puente,
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| ¡Y volveré a salir pavoneándome de nuevo!
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| Oh mamá, ahora, no llores,
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| Tengo que jugar para el lado ganador,
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| Porque acabo de perder tantos días,
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| Tengo que tirar los dados, tengo que jugar el juego,
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| Ahora más claramente puedo ver,
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| ¡No tengo necesidad de irme!
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| Porque me río con los pecadores que solía escuchar,
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| ¡Y bailo el vals con los demonios a los que solía temer! |