| Cabalgó solo desde Old Fort Hays
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| Pensando en el que queda atrás, pero no por mucho tiempo
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| Luego se fue
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| James Butler Hickock era su nombre
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| Nunca supo por qué lo llamaban «Bill»
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| O «Salvaje», ya que nunca le gustó matar
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| El hijo menor de un predicador bautista
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| Su madre dijo «No tomes el arma
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| O siempre estás huyendo»
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| «No te vayas James», gritó ella
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| Y él le dijo que no lo haría, pero mintió.
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| «Busco mi fortuna y no está en Illinois
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| Pero dicen que más al Oeste está abierto de par en par»
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| Así que partió a través de las interminables llanuras
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| Y pronto se convirtió en un experto en todos los oficios.
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| Pero algunos hombres nacen no se hacen
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| Nichols llegó a Springfield en lo alto
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| Buscando una tienda de diez centavos Galahad
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| Pero Bill era todo lo que tenía
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| Seis pies y tres en un vestido alto de Prince Albert
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| Dejó que su cabello rubio fluyera hacia atrás.
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| Dos pistolas con mango de marfil a su lado
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| Las mentiras que construyeron una leyenda alrededor de su cabeza
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| Lo miraron como el Hijo de Dios descendiendo
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| Eso generalmente significaba una buena noche en la ciudad.
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| Agnes Lake era una belleza por lo que dicen
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| Se reunió con Bill en el viejo Cheyenne
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| Y pronto ganó su mano
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| Casi ciego se casó con ella esa primavera
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| Su amor como flores fragantes creció
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| Pero en el fondo ella sabía
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| «No te vayas Bill», gritó
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| Y él le dijo que no lo haría, pero mintió.
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| «Podríamos hacer una fortuna en Black Dakota Hills
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| Donde una reputación mantiene vivo a un hombre»
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| Pero ella nunca volvió a ver a ese hombre con vida.
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| Jack McCall era un vagabundo y un vagabundo
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| Le disparó a Bill en la nuca
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| Ases y ochos la mano del muerto
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| La leyenda y el hombre no son lo mismo
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| Pero el hombre murió solo en Deadwood
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| La leyenda sigue viva |