| Nuestros amigos aparecen como el amanecer
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| Un rebaño de ovejas y un rebaño de jabalíes
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| Y aunque dormí, mi corazón yacía despierto
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| Y gritó: «¡Oh, Señor, no te demores!»
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| Entonces habló y vinieron las langostas
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| El agua brotó de la roca
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| Respiró y la faz de la tierra se renovó
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| Las profundidades de los océanos se convulsionaron
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| No necesitas tener guitarras
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| No necesitas un juego de tambores
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| Todo lo que necesitas es tu garganta y tu mente
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| Para elevar el ruido a Dios
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| Oh, por favor no me abandones
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| ¿Dónde está tu dedo sobre mis labios?
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| Y aunque duermo en la tierra y las hojas
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| Por favor toca mi corazón con tu lengua
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| No necesitas tener guitarras
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| No necesitas un juego de tambores
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| Todo lo que necesitas es tu garganta y tu mente
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| Para elevar el ruido a Dios
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| Señor, recuerda mi canción en la noche
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| Y recuerda mis manos extendidas
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| Y la forma en que quería gemir
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| Cómo hice todas estas cosas
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| Todo el mundo es ridículo
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| Lo que veo agobia mi corazón
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| Hay una corona hecha de manos
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| Y el porche donde pasamos nuestro tiempo
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| Está en ruinas y nuestra casa está quemada
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| Los cuellos de nuestros amigos, están extendidos
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| Y nuestros vecinos traman contra nosotros
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| no puedo entender todo esto
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| Por favor, llévanos a la gloria, Señor, no tardes
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| Ahora aparece como el amanecer
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| Hombros todos resplandecientes de luz
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| Y aunque dormí, mi corazón yacía despierto
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| Y gritó «Oh Señor, no te demores»
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| Habló y del cielo salieron langostas
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| El agua brotó de la roca
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| Respiró y la faz de la tierra se renovó
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| Las profundidades de los océanos se convulsionaron
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| Ahora |