| En la costa del mar del Tíbet
|
| Los aztecas egipcios están llegando de Noruega
|
| Llevan barnizando la madera cuarenta y tres siglos
|
| Aquí, la Naturaleza está desnuda, sus acróbatas bañados en sangre
|
| Hay una bestia de presa en el umbral del placer
|
| Y la giganta, sacerdotisa del mar, llama a los transeúntes
|
| «No pierdas de vista el mar. |
| No pierdas de vista el mar.»
|
| Su boquilla arrugada silba con peces plateados
|
| Remolinos de cangrejos araña crepitan como mecanismos mecánicos de Wimshurst
|
| A su alrededor, las medusas son diáfanas
|
| Después de lavarme, desayuné con la sacerdotisa del mar.
|
| Cuyas esencias sibilantes están escapando gas del fondo del mar
|
| La sacerdotisa del mar yace sobre un lecho de clavos
|
| Veintisiete soldados de plomo a la cabeza
|
| La sacerdotisa del mar está escapando de gas
|
| La hierba que crece se convierte en gas
|
| Gas disparado con una pistola, hidrógeno a base de hierbas
|
| Si va más rápido, habrá un desastre astral
|
| Si va más rápido, habrá un desastre astral
|
| Pasamos el resto del tiempo
|
| con furiosa fingimiento de soñar
|
| Meando pequeños diamantes, y pasando el tiempo preguntándome
|
| Si debemos caminar por el mismo camino
|
| Que nos había introducido en el valle el día anterior
|
| Me despertaron tres veces en la noche
|
| Y pidió ver ballenas, escuchar terremotos en el mar
|
| Nunca había visto un espectáculo tan extraño antes
|
| De alguna manera creo que los bordes suaves de la locura
|
| En los hombros duros de la realidad
|
| Señale las señales pasadas publicadas en el mar pasado
|
| Probablemente sea una falta de mala visibilidad
|
| Y algo especial en la arena
|
| Y las esencias que hacen las rocas a la orilla del mar
|
| Los hombres aquí están disecados como momias.
|
| He estado al sol durante miles de años, caminando por
|
| Las mujeres se llenan de colágeno y otros restos de animales.
|
| No creo que nos quedemos aquí mucho tiempo.
|
| Tan pronto como se hayan reconstruido los barcos, nos iremos de aquí.
|
| Dentro del sol
|
| Nuestro barco naufragó en la costa marítima del Tíbet
|
| Lo primero que vimos fueron varios aztecas egipcios llegando de Noruega
|
| Aquí toda la naturaleza está desnuda
|
| Vemos acróbatas bañándose en sangre
|
| Y sobre la puerta hay una bestia de presa
|
| A horcajadas en el umbral del placer
|
| Y una giganta, sacerdotisa del mar, llamando a los transeúntes
|
| Les implora: «No perdáis de vista el mar».
|
| Ella dice: «No pierdas de vista el mar». |