| Te enseñamos en la máquina, ¿recuerdas eso?
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| Cuando eras joven y exigente, hiciste tu aclamada entrada
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| Y no te valió decir nada brusco
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| Porque entonces no valías mucho más que un pedo
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| Viejo, fue en otros tiempos
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| ¿Lo recuerdas, di lo recuerdas, muchacho, lo recuerdas?
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| ¿O tu trasero se ha ensanchado demasiado?
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| Pero pronto te interesaste en luchar por nuestros derechos.
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| Y corriste en todos los cursos y te afilaste en tu mordida
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| Y tu boca fue ungida, fue ungida con grandes palabras
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| Rociar con queso y salchichas alrededor de la mesa de nuestro comedor
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| Sobre la igualdad que aumenta blanca y ancha
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| Lo recuerdas…
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| Y te elegimos en el club y prometiste y juraste
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| Ahora el diablo se llevará las albóndigas en las oficinas de las empresas
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| Nos alegró saber que eras tú quien lo haría.
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| No fuiste tú quien se coló con zorros detrás de la oreja
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| Dime, ¿recuerdas tu promesa, querido hermano?
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| Lo recuerdas…
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| Chico, ¿te acuerdas de nosotros, camaradas? |
| Nosotros que todavía amasamos aquí?
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| Nosotros que quedamos en la estacada y que ahora vamos aquí y juramos
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| Eras la esperanza que existía, y nos preguntamos, hombre
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| Si aún puedes recordar quién te dio tu oportunidad
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| ¿Y quién ha pagado por tu carrera?
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| Lo recuerdas…
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| Así que hoy, cuando hagamos huelga y las máquinas se paren
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| Mira entonces volverás después de todos estos años
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| Con el traje limpio y estirado
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| Y animas alegre y alegremente
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| Y nos lees la ley, tan malditamente descarado
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| Pero chico, puedes cosechar lo que siembras |