| Mis nervios están afilados con locura mientras lentamente me he vuelto loco
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| Por qué hay miedo del anciano y su ojo nunca lo sabré
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| Sí desde hace tiempo tengo ganas de parar el mal de ojo
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| Como si estuviera poseído, anhelo su muerte. Realmente no puedo resistirme.
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| Dentro de mi cerebro tantas voces me consuelan
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| Mientras pensamientos asesinos corren por mi mente para finalmente librarme del ojo
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| Me acerco a su habitación sin hacer ruido Estoy muerto fuera de la puerta
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| El latido del corazón me guía a través de la oscuridad y a su lugar de descanso.
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| Porque en mi mano tengo el cuchillo el que le corta la garganta
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| Con un grito final termina mi tormento, el ojo ya no existe
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| Y ahora soy libre porque con su muerte las cadenas del miedo se han ido
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| Solo me queda solo para vivir entre el mundo
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| En perfecta mansión, disecciono al anciano y lo entierro bajo el suelo.
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| Mientras pienso en el hecho, debo reírme para tranquilizarme.
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| Me aseguro que soy libre y aseguro la madera abierta al suelo.
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| Y cuando termino trato de dormir pero las pesadillas tuercen mis sueños
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| Ese oscuro y escalofriante latido del corazón ¿vendrá por mí?
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| ¿Perseguirá mi mundo para siempre y robará la cordura?
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| Pero antes de que mis ojos puedan presenciar el sueño, llaman a mi puerta
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| Sin pausa respondo tranquila mi disciplina asegurada
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| Detrás de la puerta encuentro policías investigando gritos
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| Les suplico cortésmente «Pasen, tranquilícense»
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| Con inocencia, los conduzco hasta la habitación en la que está enterrado.
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| Coloco mi silla justo encima de la pobre e inútil tumba del hombre.
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| Mientras nos sentamos y hablamos, me estoy poniendo pálido y enfermizo, tan nervioso
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| Les ruego que «¡Por favor, vete y déjame encontrar mi descanso!»
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| Pero el horror acaba de comenzar porque el latido del corazón regresa
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| ¡Recuerdo a mi mente el ojo espantoso, ese ojo pútrido y reluciente!
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| El sudor ahora gotea de mi frente, suplico y grito en voz alta
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| «¡Hice la hazaña desgarrar el suelo, el cadáver está en el suelo!»
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| Pero el horror acaba de comenzar porque nadie puede escuchar mis súplicas.
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| Porque en mi mente vive el ojo que siempre me persigue... ¡a mí!
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| Ese corazon que late, vive en mi
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| Dentro de mi mente vive el ojo… |