| quien nos diga
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| aun no entendimos
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| Aunque asintieron cortésmente,
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| Que entre otras luminarias
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| Este jardín volador en la noche
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| Estas linternas y canciones
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| Y toda la vida, cuando estamos juntos,
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| Ellos no dan marcha atrás.
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| En el jardín de Alejandro,
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| Como un bolígrafo, el destino patina
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| Dibuja todo lo que estará con nosotros
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| En el próximo año.
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| ¿Nos meteremos en problemas?
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| O tendremos éxito en algo,
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| no podemos leer
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| Por garabatos en hielo.
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| Habrá mañana fuera de la ventana,
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| Y el despertador marcará
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| Y deja que te despierte
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| El que te es tan familiar.
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| Tal vez lo hará, tal vez no
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| Tal vez el tiempo enfríe todo
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| Lo que sea, déjalo ser
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| Al menos durante los próximos cien años.
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| En el jardín de Alejandro
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| Notas adhesivas de viento
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| Y pitidos distantes
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| Nos susurra qué tipo
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| En nuestras reglas simples
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| Estamos prescritos desde la edad
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| Mantente humano
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| En cualquier circunstancia.
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| Con un sonido metálico, el carro se sacude.
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| Habrá una larga separación.
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| Ay que dolor es esto
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| ¡Este malvado sueño viscoso!
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| Pero luego a través de la nieve mojada
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| Regresarás esta mañana -
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| Entonces alguien de arriba es sabio
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| Así planeó nuestro siglo.
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| En el jardín de Alejandro,
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| En oropel de año nuevo
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| olvidemos por hoy
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| Somos pérdida y desgracia.
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| nieve con champaña
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| Desatemos los globos hacia el cielo,
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| Solo en voz alta hasta que digamos
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| Nadie, ¿para qué bebemos? |