| En la cima de una montaña
|
| Por un manantial claro
|
| Laima teje el destino
|
| trenzando el hilo
|
| Una rueca de oro corre bajo sus pies
|
| Quién vivirá y quién morirá
|
| Donde se oirá la alegría y donde se derramarán las lágrimas
|
| Un hilo es largo, el otro es corto
|
| Como ella decida, así tejerá
|
| Un cuco llama desde un árbol
|
| Detrás de la ventana una joven llora:
|
| — «¡Si Laima me diera un hijo, lo amamantaría y lo acariciaría lo mejor que pudiera!»
|
| No llores jovencita — Laima ya lo sabe
|
| Ella teje el destino, trenzando el hilo
|
| Porque pronto habrá tiempo para que venga un héroe
|
| Para que un héroe venga y comience su historia
|
| En tu sueño verás lo que hay que hacer
|
| Atrapa un pez lucio, destripalo y hiérvelo La que comerá ese lucio
|
| pronto quedará embarazada
|
| Mitad hombre, mitad bestia: la yegua dará a luz un hijo
|
| Como el pedernal, como el acero, ¡invencible!
|
| Pero todo sucederá como ha decretado Laima
|
| Serán tres los que se coman ese lucio
|
| Un hijo nacido de una dama, otro de una criada
|
| Pero más fuerte gritó el tercero en el establo de la yegua blanca
|
| Mitad hombre, mitad bestia: la yegua dará a luz un hijo
|
| Como el pedernal, como el acero, ¡invencible!
|
| Serán como hermanos.
|
| Pero uno estará por encima de todos
|
| No por años, sino por días crecerá
|
| Kurbads: hijo de la yegua, se llamará
|
| Ningún trabajo será demasiado difícil para él.
|
| Al tercer año lo mandan a cazar
|
| En el séptimo levanta audazmente su espada
|
| Hará rodar rocas como si fueran guisantes
|
| Es Kurbads, hijo de la yegua. |