| Era Marguerite, la llamábamos Malou
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| Ya muy chiquita nos volvía locos
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| Se reía de nada y se burlaba de todo
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| Margarita
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| Margarita
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| Ella tenía algo, un poder extraño
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| Llevamos nuestras mochilas escolares, hicimos nuestra tarea
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| Lo hablábamos de día, lo soñábamos de noche
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| Margarita
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| De la escuela a la secundaria lo vimos florecer
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| Y florecer su belleza, sus formas y nuestros deseos
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| El secreto de todos era elegir un día
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| Margarita
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| Margarita
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| Aunque amigo-amigo estábamos dando vueltas
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| Celosos el uno del otro lo cortejamos
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| Pero sabia ella esperaba el único y gran amor
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| Margarita
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| Margarita
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| Era el Angel Marguerite de nuestros dieciséis años.
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| La encontraron inconsciente una tarde de primavera.
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| Violado manchado bañándose en sus lágrimas y su sangre
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| Margarita
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| Margarita
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| Hicimos nuestros ritmos, armados con nuestras armas
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| Soltamos a los perros, buscamos la noche
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| Y persiguió sin piedad al que había ensuciado
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| Margarita
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| Era un chico de otro lado, no un chico de casa.
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| Un bastardo pasajero, un maníaco, un matón
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| ¿Quién sabía cómo salirse con la suya arrastrando en el barro?
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| Margarita
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| Margarita
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| Ella no ha sonreído o cantado desde
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| Murió por dentro como una flor marchita
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| Como una flor de noche, como una flor seca
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| Margarita
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| Margarita
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| Era Marguerite, la llamábamos Malou
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| Hoy los niños le tiran piedras
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| Ella sigue su camino indiferente a todo.
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| Margarita
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| Margarita
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| Cruzando las estaciones con pequeños pasos nerviosos
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| Ella se pone negra sin mirar hacia arriba
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| Sin amigos, sin amor, sin la ayuda de Dios
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| Margarita
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| Todavía la encuentro una extraña belleza.
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| En su luto por la vida, en su austeridad
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| Y secretamente consolaré a menudo
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| Margarita
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| Margarita
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| Ella me compra un café, escucha mi discurso
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| Lo mismo cada vez que habla de su regreso
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| A la vida, a la esperanza de darle amor
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| que ella se merece
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| Margarita |