| La calavera de cristal que uso protege esa puerta justo detrás de mis ojos.
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| Un pasaje a un mejor yo por el que puedo caminar
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| Llevando todas las lágrimas con las que puedo llenar mis manos
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| Me arrastro hacia ese profundo silencio que lleno de pensamientos
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| Me arrastro hacia ese profundo silencio que lleno de pensamientos
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| Allí cientos de torres de ladrillo sostienen un cielo tierno
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| Un camino de oro rueda dentro de haces eléctricos de sentimientos que zumban alrededor
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| Los campos amnióticos yacen en colinas de carne cruda
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| Nubes de notas menores retumban
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| Hay una mancha de líquido en cada espejo
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| Hay un punto de distorsión en cada imagen
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| Hay una verdad penetrante en cada mentira
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| Aquí cierro mi doble yo
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| Y dejo que mi voz real resuene bajo profundo, bajo profundo, bajo profundo
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| En un estado de conciencia alterada
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| Y dejo que mi voz real resuene bajo profundo, bajo profundo, bajo profundo
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| Mi refugio es un teatro cerrado hecho de huesos
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| Me siento en el borde de un escenario negro
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| Las telarañas acarician mi aliento
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| El polvo toma la forma de una multitud fantasmal
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| Entretenido mientras juego mis tripas
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| como cuerdas de violonchelo
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| Un torbellino de huesos se genera desde el techo de arriba
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| En simbiosis retorcida con mi mudo canto moribundo
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| La calavera de cristal que uso protege esa puerta justo detrás de mis ojos.
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| Un pasaje a un mejor yo por el que puedo caminar
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| Llevando todas las lágrimas con las que puedo llenar mis manos
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| Cuanto más desmiembre, más grande se vuelve la jaula de perlas
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| Pero mi aura lo supera extendiéndose como las alas de un ángel
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| Una ovación celebra mi actuación letal
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| mientras exhalo lo que queda de mi
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| Sonrío a la multitud y a los edificios que se derrumban
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| Protegido por mi misma marcha de la muerte
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| Yo mantengo la música
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| Y cuando la vida vuelva a llamar
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| Prometo escapar de eso mañana otra vez
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| Y cuando la vida vuelva a llamar
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| Prometo escapar de eso mañana otra vez |