| Alrededor de las redes de mendicidad de Luossa, todas las personas se sentaron en círculo.
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| Y en el fuego escucharon su canción
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| Y sobre mendigos y vgmn y sobre cosas maravillosas
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| Y sobre su anhelo cantó toda la noche
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| Hay algo más allá de las montañas, más allá de las flores y la canción.
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| Hay algo detrás de las estrellas, detrás de mi corazón caliente
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| Hren - algo gare y susurra, gare y me seduce y reza:
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| "Venid a nosotros, porque esta tierra no es vuestro reino
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| He estado escuchando la brisa tranquila hacia la playa
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| He soñado con el resto de los mares salvajes
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| Y en el espíritu me he apresurado a las tierras formales
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| Atrévete a lo más loco que podamos ser olvidados
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| A un anhelo salvaje y eterno nacimos de madres pálidas
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| Del nacimiento de la preocupación vino el primer gemido
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| Fuimos arrojados a las montañas y no había peligro de caer y jugar.
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| Y jugamos lg y león, mariposa, mendigo y dios
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| Me senté en silencio a su lado, ella, cuyo corazón era como el mío
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| Ella salvó con manos suaves mt vrt bo
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| Escuché mi corazón llorar, lo que das no es tuyo
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| Y fui llevado por el Espíritu a sembrar
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| Lo que amo, está más allá y escondido en la oscura distancia
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| Y mi camino correcto es alto y maravilloso
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| Y soy tentado en medio de la alarma a orar al Señor:
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| "¡Quítenme toda la tierra, quiero lo que nadie, nadie tiene!"
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| Sígueme hermano, más allá de las montañas, con los ríos aún frescos
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| Atrévete a que todo el mar se duerma lentamente dentro de un lecho rodeado de rocas
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| Ngonstdes más allá del cielo son mi hogar, tengo a mi madre
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| En medio de la niebla dorada con un manto rosa vestido
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| M el agua salada negra mejillas frescas febriles
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| ¡Que estemos a millas de la vida antes de que la mañana esté llena!
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| Yo no era de este mundo y perversamente abominable
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| Déjame arriesgar mis preocupaciones, la incredulidad y el bien de mi amor caliente
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| En una playa junto al mar, un puerto de rosas mira fijamente
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| Me atrevo a descansar restos podridos y el cansado mn f ro
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| Nunca escuches canciones fuertes como los ecos del violín cantan
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| Bajo las bóvedas se atreven a vivir para siempre los niños pequeños de la felicidad |