| El viejo violinista deambula por el callejón,
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| Junto a él está su fiel perro.
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| El anciano mira con envidia a través de sus lentes,
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| Como un perro que salta sobre los arroyos.
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| Las corrientes del caso fluyen hacia abajo murmurando,
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| Los arroyos corren por la espalda del violinista.
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| Y está temblando de frío,
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| Se envolvió en los pliegues desgarrados de su capa.
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| En la niebla, no te quemes, no puedes ver, ni siquiera llorar.
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| Un violinista se acerca al Pont des Arts.
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| Susurra: "Aquí cantamos juntos,
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| Pero también cantemos en tu cama".
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| Y buenas noches inclinándome sobre él
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| Lo cubre con su manto.
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| El viejo violinista se va a descansar,
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| En escalones resbaladizos sobre un río somnoliento.
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| No conoce la felicidad, no conoce el amor,
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| Aunque la gente cante sus canciones.
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| Los amantes escuchan el canto del arco,
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| Hombro tocándose ligeramente.
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| Y recordando mis días dorados,
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| Tal vez los ancianos lloren suavemente.
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| Un viejo violinista en una espesa niebla,
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| Aferrándose al perro, se durmió debajo del puente.
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| Todos los violines de las noches lo arrullaban,
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| Juega ahora solo para él.
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| "Pero tú, que ahora pasas,
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| Vete tranquilo, se está haciendo tarde".
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| El viejo violinista se durmió sobre el río,
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| Aferrado al perro, a la mejilla con la mejilla.
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| El anciano fue al mundo de las visiones luminosas,
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| Y en el corazón cansado arde la estrella. |