| miré y no pude ver mi mano
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| sostenida ante mis ojos.
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| Las nubes de la guerra se estaban juntando
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| a través de los cielos envueltos.
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| Los barones y los príncipes
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| y el As en puño blindado,
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| sostener la prisión que se desmorona
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| de la Verdad a la que resisten.
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| La llama voluntaria de la apatía
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| se aviva en muchos hogares;
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| las voces independientes
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| hablar en tonos armonizadores.
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| Cuando puedes alimentar las fortunas
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| de un hombre que nunca has visto,
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| Ha llegado el momento de vencer
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| tus arados en una máquina de guerra.
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| Esta noche Cabalgamos en Belén,
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| a donde comenzaron nuestros problemas.
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| Dos mil años volaremos lejos;
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| Dios envíe al profeta de nuevo.
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| Esta noche Cabalgamos, en Belén,
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| El único hombre que podría haber ayudado
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| sufrió, y lo vimos morir.
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| He notado últimamente que las noticias
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| es increíble.
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| Toda la ilusión que preparan
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| está funcionando bastante bien.
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| La gente debe mantenerse entretenida;
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| si alguna vez se levantaran
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| nuestro precioso imperio
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| disolverse ante nuestros propios ojos.
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| Esta noche Cabalgamos en Belén,
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| a donde comenzaron nuestros problemas.
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| Dos mil años volaremos lejos;
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| Dios mande al profeta otra vez
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| Esta noche Cabalgamos, en Belén,
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| hacia donde nos desviamos por primera vez
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| El único hombre que podría haber ayudado
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| sufrió, y lo vimos morir.
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| Dios envíe al profeta de nuevo. |