| Mi padre conoció a Eleanor Roosevelt
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| En mil novecientos cuarenta y cinco
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| La guerra finalmente había terminado entonces
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| Y todavía estaban vivos
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| Su marido era el presidente.
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| Hasta que se quedó sin tiempo
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| Su Franklin D. era historia
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| Y lo pusieron en la moneda de diez centavos
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| Mi padre se unió a los cuellos de cuero
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| Para permanecer fuera de la mina
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| El nuevo marine solo tenía dieciséis
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| En mil novecientos treinta y nueve
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| Hubo medallas y malaria
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| La Guerra del Pacífico Sur
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| A través de selvas que fueron paraíso
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| Y si el paraíso ya no fuera
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| Los soldados luchan y los soldados mueren.
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| Los soldados viven para preguntarse por qué
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| Sempre fi, fe-fo-fum
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| Cuidado con los tiempos de paz, aquí vamos
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| Algunos de los hombres que sobrevivieron
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| no fueron los afortunados
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| La guerra solo es buena para aquellos
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| ¿Quién fabrica y vende las armas?
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| Mi padre yacía recuperándose
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| El dolor estaba todo dentro
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| A veces las heridas que nunca sanan
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| Son los más fáciles de ocultar
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| Cuando Eleanor vino trayendo regalos
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| A la Bahía de San Francisco
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| Ella le dio a mi papá una manta
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| En el hospital ese día
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| Esa manta significó mucho para él.
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| mi madre lo tiene todavia
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| Algunos olvidan las bondades
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| Que otros nunca lo harán
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| Los soldados luchan y los soldados mueren.
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| Los soldados viven para preguntarse por qué
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| Sempre fi, fe-fo-fum
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| Cuidado con los tiempos de paz, aquí vamos |