| Sobre las velas de la azotea Billy
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| Una cuerda atada a su ropa interior
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| Por calles empedradas corre un niño
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| Y grita «¡Billy, baja de ahí!»
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| «¡Llama mi madre!», gime su voz
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| Una cuerda agarrada en su diminuta mano
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| «No hasta que haya visto que el cielo no está iluminado
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| En lágrimas, el niño trata de entender
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| No tires de la cuerda, no me derribes
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| ¡No me hagas aterrizar!»
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| Gente de palacio de plástico
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| Cantan canciones silenciosas, sueñan demasiado
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| Sus recuerdos solo miran
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| Palacio de plástico Alicia
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| Ella roba las cartas mañana ofertas
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| Con ensordecedora desesperación
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| Date prisa, tienes que hacer cola
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| Tu nariz podría empezar a brillar
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| Y sudar y bailar
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| toda la vida eterna
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| Una cosecha de estrellas rodea a Billy
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| La noche se aferra a sus ojos felices
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| Dormido en la plaza del pueblo, debajo de una fuente
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| Un niño murmura un suspiro cansado
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| Mi madre llora y teje su cabello
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| Con preocupaciones, «Por favor, bájate de ahí»
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| Gente de palacio de plástico
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| A través de campos de arcilla y granito gris
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| Juegan sin sonido
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| Palacio de plástico Alicia
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| Sopla agujeros abiertos para almacenar sus miedos
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| Dentro de la cabeza de su amante
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| Escucha, se están riendo en los pasillos.
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| Te arrancan la cara con mentiras
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| A los ojos zumbantes clamas por ayuda
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| Como dioses ladran respuestas
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| Sobre los tejados arde Billy
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| Globo tristemente desciende la cuerda
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| Buscando su camino hacia abajo a través del aire submarino azul
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| La ropa interior de lunares
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| Para encontrarme con los árboles, en la plaza de la mañana
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| Solo colgando allí, solo colgando allí |