Eh, vierte el bastón y cose mi bolso.
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Para una línea, una puntada y para palabras, dos costuras.
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Y deja que la ventisca húmeda corte el galimatías
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Y tejer hilo de cáñamo en encaje.
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¡Canta el mudo! |
Y me beberé yo mismo.
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Y no me perdonas, córtame con un golpe de lanza.
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Pero mira, había un ajenjo en el cofre.
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Habiendo arañado los bordes, el bote golpea la herida.
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Y la llave escarlata cantó, hervida, hervida,
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El bote giraba en una alegre corriente.
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Y también agregué sal, rematé con un vaso de vodka,
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Lo revolvió y nadó en ropa interior.
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Así que salpica el bastón y aprieta la correa
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Dios, el Hijo y el Espíritu tienen un remo en la rueda.
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Y deja que la ventisca mojada extienda suavemente la cama
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Y la tierra cubrirá tu rostro con pelusa sucia.
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Atado en coronas hay un pequeño bosque a lo largo del río.
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Tuerce la lengua: te arrancarán la cabeza.
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Las luces parpadearán en el último puesto de avanzada,
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Y el centinela bloqueará el camino con una bayoneta.
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- ¡Perdóname mis pecados! |
No recuerdo las oraciones.
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Pero si quieres, rezaré por los pecados con versos,
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Pero explícate - amo porque duele,
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¿O duele porque te amo?
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Sin brida, sin silla. |
Todos a expensas. |
Todo está abajo.
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Pero de alguna manera se endureció. |
Y fuera, ¡salió al trote!
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No importa que el hombre no haya sido encontrado todavía.
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Una mujer solitaria siempre anda suelta.
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Y nuestra verdad es simple, pero la cruz no le basta.
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De la fe paja al "salvar-salvar".
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Después de todo, los santos en Rusia solo saben aguantar.
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Esta es la medida más alta. |
Cortar-enterrar.
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¡Así que tú, hermano, vamos, salta, no seas tonto!
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Sí, espera un momento, parece que me resultas familiar...
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El centinela de todos los tiempos sonreirá: “¡Mira! |
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Y levanta mis párpados con una bayoneta caliente.
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¡Así que cose mi bolsa y vierte el bastón!
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Por una línea, un sorbo y por palabras, y los dos.
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Y deja que la ventisca húmeda corte la seda blanca,
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Tuerce finamente el cordoncillo y teje el encaje... |