| Nacido de una caja de cartón
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| Dio sus primeros pasos en la estación
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| Tomó cuatro patadas y algo de sol
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| Hasta la mesa sagrada de las monjas
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| La tarde se vio entonces
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| En vía Calvario junto a un cristo de oro
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| Milagrosas todas las viejitas
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| Por un poco de vino tinto y cigarrillos
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| Luego, por la noche, desapareció en la niebla.
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| Dejando una lágrima de hielo
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| Por encima de una biblia vieja
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| Después del concierto del 1 de mayo
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| Hueso de sepia vete no vuelvas
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| Hay una ciudad en el fondo del mar
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| Donde los diamantes no valen nada
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| Y la ducha es automática.
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| La piel se lava sola
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| Deja de tener sueños limpios
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| Y todas las mujeres sonríen
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| Y los deseos, los más masculinos, se cumplen
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| ¿Y si no fuera bueno para la tierra?
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| Que a caminos rectos y campos de carbón
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| Se hizo a la mar hacia la tormenta
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| Zarpando desde una roca en la estación
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| Seguido por piratas del camino
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| Escondió el tesoro en una zona peatonal
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| Un bolso con la palabra "prada"
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| Y un santino con dos lindas tetas
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| Retó a los monstruos del abismo
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| En el reino subterráneo del metro
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| Y las manos de los matones no le hicieron daño.
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| A los ojos de los que fueron a San Pietro
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| Entonces una noche cerró su chaqueta
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| Al sonido de los tacones de dama
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| Cerró los ojos y dijo "vaca orca"
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| "¡Supongo que tengo uno realmente grande!" |