| Abajo cerca del pueblo del viejo San Miguel
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| En un lugar lejano junto al mar
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| Vivió María Consuela Manuel
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| Una dama de alto grado nacido
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| Y ella tenía dieciséis años una mujer orgullosa niña
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| Y yo era un vaquero revoltoso y salvaje
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| Pero nos enamoramos de la campana alta de la misión
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| Que está en el pueblo del viejo San Miguel
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| Su padre era maestro de todo lo que inspeccionaba.
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| Tan rico como un rey en su trono
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| Cuando se enteró de nosotros, se puso furioso.
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| Y me dijo que la dejara en paz
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| Amenazó mi vida y le dijo a todo su hombre
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| Este gringo no debe volver a ver a María
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| Pero encontré una manera y le envié una nota
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| Y todavía recuerdo todas las palabras que escribí
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| Encuéntrame María en el fresco de la noche
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| Nos escabulliremos en la noche
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| Cruzaremos la frontera en Nuevo Laredo
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| Y juntos comenzaremos una nueva vida
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| No hay nada aquí más que angustias y lágrimas
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| Y ni siquiera me siento como un hombre
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| Ensillaré los caballos y esperaré junto al viejo sendero español.
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| Dejaremos nuestros problemas atrás en el viejo San Miguel
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| Ella se deslizó fuera de las sombras y en mis brazos
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| Cuando el reloj del pueblo dio las diez
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| Nos arrastramos por los callejones hacia el lado norte de la ciudad
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| Y cabalgó en la noche como el viento
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| Brillaba la luna llena, el desierto estaba quieto
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| Luego vi a los vacaros cabalgando sobre el cerro
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| Sonaron los disparos de fusil los caballos bajaron
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| Y vi a María tirada inmóvil en el suelo
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| Sabía que las balas habían sido para mí
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| Y los jinetes venían rápido
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| Mientras la abrazaba supe por la mirada en sus ojos
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| Que pronto estaría respirando por última vez
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| susurré una oración al cielo arriba
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| Porque el buen Dios tiene misericordia de las personas enamoradas
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| Luego cerró los ojos para siempre más
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| Via condios adios mi amore
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| Encuéntrame María en el fresco de la noche |