| La musa gris ceniza encarga un nuevo verso
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| Una canción para pasar la larga estancia en el coche fúnebre
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| Sin embargo, todos los que bailamos macabros con estas melodías adustas y lúgubres
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| Vuélvete frío, sombrío y duro como la suciedad sobre la tumba...
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| En oscurecidos cantos fúnebres, el toque de la muerte resuena con su peaje
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| Mientras otro cadáver es enviado seis pies hasta su agujero
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| Pero antes de que la última pala de tierra caiga en la pared de la caja
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| Ofrecemos gravemente un saludo a los que están a punto de pudrirse...
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| Así que levanten sus cabezas cortadas, en una canción para los muertos
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| El curso de la vida siempre se vuelve rojo, así que no dejes que ninguna letra quede sin decir
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| Como de nuestras bocas la melodía se desangra, en una sinfonía escrita en rojo
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| Como ratas por el gaitero somos conducidos, para unirnos a esta canción por los muertos...
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| El humor de los galones nunca deja de sonar verdadero
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| En este mundo muerto, sombrío y enfermo en el que estamos colgados, arrastrados y descuartizados
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| Como cada instrumento interno juega su propia parte sangrienta
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| El martilleo de los clavos de los ataúdes supera el latido de nuestros corazones...
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| Cirugía sinfónica orquestada, un cuchillo dirige
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| La execrable epifanía llega demasiado tarde, solo para reducirnos a pedazos
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| Levantándose del césped, se respira un asqueroso y pútrido aliento.
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| Mientras se une el coro en este canto a los muertos...
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| Así que levanten sus cabezas cortadas, en una canción para los muertos
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| El curso de la vida siempre se vuelve rojo, así que no dejes que ninguna letra quede sin decir
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| Como de nuestras bocas la melodía se desangra, en una sinfonía escrita en rojo
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| Como ratas por el gaitero somos conducidos, para unirnos a esta canción por los muertos...
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| Toccatas truncadas trastornadas: rastrilladas a través de cuerdas de púas y cortadas
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| Estudios eviscerados para descerebrados, arrancados de la fibra del corazón estirada
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| en el estante
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| Movimientos medicinales descompuestos: regurgitación de oratorios obscenos.
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| Fugas forenses y deshuesadas — Mutilando el método y los medios de la melodía…
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| La coda crepitada muere en medio del estribillo
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| Como la partitura está oscurecida por una mancha escarlata sanguínea
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| Bastón destrozado alojado en tu cerebro salpicado abierto en dos
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| El compás roto se tambalea cuando el arco se trastea una vez más...
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| Se chillan arias agrias
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| El tórax hinchado está roto.
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| Abrasión de vísceras con lejía
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| Grotescamente sonda al difunto...
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| Partiendo la clave
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| Las notas rotas se convierten en un desastre
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| Cayendo en los oídos tan sordos
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| Así es siempre en la muerte...
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| Cantatas carbonizadas corrompidas, resonando, sembrando semillas de discordia y
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| consternación
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| Erupción de sonatas supuradas, pizzicatos purulentos cortando en todas direcciones
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| La cadencia truncada está dividida: trozos sangrientos de partituras
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| ininteligiblemente garabateado
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| Threnodies resuenan a dos metros bajo tierra, donde todas las melodías rotas de la vida
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| finalmente resolverá…
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| La masacre sinfónica se hincha sin restricciones
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| Mientras la cacofonía cacofónica divide tus tímpanos en dos
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| La repugnante orquesta fosa un matadero de muerte y dolor
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| El hacha cae en agudo staccato hasta que todos mueren... |