| Las piras hinchadas se balancean inquietas
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| De sombrío a pálido adornan la soldadura
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| Su reflejo salvaje maravilloso
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| Una danza macabra en vidrio
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| Vistazo de siluetas festivas
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| Libre de rostro, de nombre, de culpa
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| Entronizado en espinas, ojos abismales
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| Adornado con una sonrisa diabólica
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| Que fiesta prohibida del pecado
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| ¿Enreda ninfas de seda con hordas?
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| Para robar una mirada perniciosa
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| Hacer caso al diapasón divino
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| La mirada anhelante hacia pares a la deriva
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| Sueños descubiertos de oro y seda
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| Sin embargo, el oro se derrite bajo un fuego extenuante
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| Centinela espontáneo revelado
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| Convocatoria silenciosa de revelación
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| De ojos angelicales pujando
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| Con miedo espantoso y asombro amasado
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| Se convierte en un invitado inesperado
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| En silencio toma su mano extendida
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| la conduce en el baile elegido
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| Una especie de minué grotesco
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| Encender el fuego de los profanados
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| Los juerguistas de la oscuridad observan
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| La ninfa en juego con incubus
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| La rabia celosa de la súcubo
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| Se desarrolla la pasión prohibida audaz
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| Las brasas jadeando por un ancho
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| El último invitado gatea para encontrar su descanso
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| A medida que la música se disipa lentamente
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| La ninfa comparte un último brindis angustiada
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| Pero el tiempo cruel no suelta
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| Espíritu majestuoso de este maleficio
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| Su tentadora bella de carne y hueso
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| Su Galatea grabada en piedra
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| Con ojo vigilante, espía la noche
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| No te atrevas a perturbar su anhelante descanso.
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| Otorga sus sueños al lado de la cama
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| De siluetas danzantes y piras |