| El africano vive lejos
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| Un africano sabe amar hasta el final,
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| Hay un fuego ardiendo dentro de ella
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| Y fluye el agua coloreada
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| El mundo entero, como un lobo manual,
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| Obediente yace a sus pies,
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| Pero Dios sabe, a ella no le importa eso.
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| Armagedón día a día
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| Juegos rituales con fuego
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| Razón para salir
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| La oportunidad de ser tú mismo
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| Y, habiendo pasado todos los círculos, regresa a casa,
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| Bailando en el vals del baño
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| Mirar en espejos húmedos
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| como es en el cielo
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| Miles de caras parpadean
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| Allí entre las estrellas
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| El único príncipe vive
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| En una mano está su espada,
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| Escalas en la otra mano
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| Y en su cabeza -
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| sexo transcontinental.
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| Kilimanjaro cuelga detrás
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| Un avión está cayendo desde arriba
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| El piloto está sentado en el avión.
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| y con estrangulamiento aprieta la llave de paso,
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| Hace cien años se fue al frente,
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| Él nunca volverá a ella,
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| Pero ella todavía está esperando
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| Amor que pesa cien toneladas
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| Muerte de cien años
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| Y aunque, aparentemente, en la vida no hay
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| Sin dinero, sin calidez, sin sentido,
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| Pero hay
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| sexo transcontinental.
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| Entregando ropa al portero de noche,
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| saldremos desnudos por la carretera
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| Cojamos el tanque amarillo
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| Y por la mañana todas las narices de los cocheros,
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| Y por cienmilésima vez
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| Ella me hará la misma pregunta:
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| Dime, ¿por qué fumamos este cielo?
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| Y guardaré silencio si estoy sobrio,
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| cantaré si estoy borracho
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| Regar el camino con vino
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| Sobre el hecho de que no hay felicidad en la vida,
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| Pero hay
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| sexo transcontinental. |